Debo hacer una confesión antes de iniciar este artículo: no soy una católica practicante, sin embargo, cada vez que veo al papa Francisco quiero escucharlo. Es un ser de luz, en un mundo oscuro donde escasean los líderes. Él habla para la humanidad sedienta de paz, solidaridad y equidad, sin importar el credo.
Después de hacer esta salvedad, quiero hablarles sobre la encíclica “Laudato si. El cuidado de la casa común”, la cual les recomiendo leer aunque sean ateos, musulmanes o budistas. Tiene un lenguaje simple, fácil de entender y que ayuda a comprender la magnitud de la crisis planetaria en la que nos encontramos. Además es un libro de bolsillo que se puede conseguir por solo $5.000.
Esta encíclica es sobre ética planetaria. Una reflexión moral acerca de “lo que está pasando en nuestra casa”, como son: la contaminación y el cambio climático; la cuestión del agua; la pérdida de la biodiversidad; deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social y la inequidad planetaria. Por ejemplo, los ricos (solo el 20% de la población) están caracterizados por un desmedido consumo y la economía del descarte, mientras los pobres (cerca de la mitad de la población mundial) tienen las mayores riquezas naturales y al final sostienen la riqueza de los del norte.
Presenta el dilema de un planeta finito con un crecimiento económico infinito y una población de más de 7.000 millones de personas que continúa en curva ascendente. Y sí a este resultado le sumamos el despilfarro de los recursos, más la pobreza estamos con un saldo en rojo. Las 40 millones de toneladas de comida que despilfarra EE.UU. al año, podrían alimentar a 1.000 millones de personas que se van a acostar con hambre en el mundo, de acuerdo a las cuentas de OXFAM.
Por tanto, el sistema económico mundial no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social. La economía “business as usual” y la tecnología no resuelven por ellos mismos los problemas planetarios. “Los más ricos son los que enmascaran los problemas y ocultan los síntomas y se conforman con acciones débiles, justificando el actual sistema mundial”.
Presentando así, el concepto de ecología integral que muestra una simbiosis entre lo ambiental, lo económico y lo social. Dando una visión más holística del desarrollo y una solidaridad no solo frente a nuestros congéneres sino, con relación a todo ser viviente. “El corazón es uno solo, y a esa misma miseria que lleva maltratar a un animal no tarda en manifestarse en la relación con las demás personas”. Recalcando cómo el planeta y todo ser viviente tienen un valor intrínseco independiente de su uso.
Y para terminar y después de este abrebocas, quiero pedirle un segundo milagro al papa Francisco a nombre de este planeta y de esta humanidad agobiada y doliente: Señor te pido por intermedio de tu representante en la tierra que ilumines la reunión del COP21 (la conferencia en París sobre el cambio climático) para que los dirigentes de todas las naciones, especialmente los ricos, pongan en práctica a corto plazo la Encíclica “Laudato si” por el bien de nuestra casa común. Amén.
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