Olga de Chica y su paisaje del café

LA PATRIA | MANIZALES

Fernando Macías Vásquez, escritor e historiador salamineño, reunió en el libro El paisaje cafetero de Olga de Chica, editado por Hoyos Editores, parte de la obra de la pintora, nacida en Filandia (Quindío) en 1921, quien falleció el pasado 16 de diciembre en Manizales, donde vivió gran parte de sus 96 años.

El libro exalta el trabajo de una mujer que se destacó por la grandeza de su alma y la sensibilidad de su corazón. La ternura y cariño que transmitía, no era solo por su baja estatura, sino por la forma y el trato que siempre tuvo para todos, en el que primó la alegría y la ingenuidad. Y eso lo plasmó también en su obra.

Ella tomó de su entorno cafetero los detalles cotidianos, el color, las tradiciones y los llevó al lienzo para mostrárselos al mundo, cuando no se hablaba del paisaje cafetero con el orgullo con el que se exalta hoy. Su obra es un compendio de las tierras cafeteras. En él se evidencia la fauna y flora de estos territorios, la topografía, la arquitectura, las expresiones culturales, religiosas y artísticas, que caracterizan este paisaje.

Legado

La obra de Olga de Chica se encuentra difuminada por el mundo. Coleccionistas, galeristas y pinacotecas se fijaron en su trabajo primitivista que sorprendía, además de su tema, por el color, la técnica y el lenguaje que invita a liberar la imaginación.

Sus hijas, Eloína y Sonia, llevaron sus obras al exterior. Sus cuadros estuvieron expuestos en salas de Estados Unidos y Europa, junto a obras de diferentes tendencias artísticas.

Olga de Chica se fue a su mágico mundo de color, en el que todo se puede, para continuar dándole rienda suelta a su creatividad, mientras su legado artístico empieza a tomar la dimensión de las grandes montañas.

"Pinto lo que siento", decía la artista.