EFE | LA PATRIA | Pamplona (España)
Los Sanfermines 2018 concluyeron el pasado viernes después de nueve días de fiesta y lo hicieron con un mensaje en favor de la diversidad y la inclusión de los discapacitados con el protagonismo de jóvenes con síndrome de Down.
Solo con el lanzamiento del cohete o chupinazo, los habitantes de Pamplona llevaron al cuello el pañuelo rojo, símbolo mayor de la vestimenta.
Se desarrollaron 240 horas de fiesta con cerca de 490 actos, desde música a procesiones religiosas.
Los encierros y las corridas de toros fueron cuestionados estos días por colectivos animalistas y antitaurinos, pero se mantienen como eje de estas fiestas, que gozan de una gran fama internacional.
La ciudad
Pamplona es una ciudad del norte de España de unos 200.000 habitantes que estos días incrementa notablemente su población con numerosos turistas atraídos por la fiesta y el jolgorio, con los toros y la música como focos centrales.
Fue una vertiginosa feria taurina de San Fermín que dejó a toreros, como Javier Castaño, en el hospital. Paco Ureña también tuvo suerte similar. Además, está la vuelta a titulares del matador español Octavio Chacón que salió a hombros a mitad de semana. Sin embargo, la atención estuvo el pasado viernes en la corrida de despedida de Juan José Padilla, quien se sobrepuso a una lesión en el cuero cabelludo en días pasado y logró salir entre palmas y abrazos al lado del diestro peruano Andrés Roca Rey.
Miles de personas participaron en las fiestas de San Fermín en Pamplona.
También, en esta edición, el comentario de Garapullo:
Garapullo
En recientes declaraciones el presidente electo de Colombia Iván Duque Márquez afirmó que no era partidario de las corridas de toros e indicó las consideraciones que lo llevaban a él a declarar su posición en contra de la tauromaquia y muy especialmente de la forma como se trataba al toro durante su lidia.
Tiene el señor Iván Duque Márquez toda la libertad para opinar sobre lo que le gusta o no le gusta y ello merece respeto de quienes no comparten su posición. Pero no puede olvidarse que en estos momentos él se encuentra en el período previo a su posesión como presidente de Colombia y por lo tanto debe propender por la ecuanimidad en diferentes conceptos sobre temas que son controversiales.
Es indudable que aparentemente a la mayoría de los colombianos no les guste la Fiesta Brava, por diferentes factores, pero no puede olvidar el presidente electo que las minorías deben ser respetadas en sus posiciones, gustos y acciones y siempre y cuando no violenten la Constitución, ni las leyes, ni las tradiciones debidamente respaldadas por la Carta Magna.
Las propuestas del próximo presidente sobre los cambios que debe tener una corrida deben ser analizadas detenidamente bajo aspectos tradicionales, técnicos y emocionales y contrario sensu a lo que sucede con los enemigos acérrimos de la Fiesta cuyas afirmaciones se basan casi siempre en consideraciones en donde prima el rechazo bajo cualquier forma.
En un país convulsionado por la violencia, aunque se diga lo contrario, no puede equipararse la muerte de un ser humano con la muerte de un animal criado para morir en plaza.
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