Adalberto Agudelo Duque*
¿Somos un país sin cultura, historia, identidad? La programación neurolingüística, apologética y catequística ha sido tan efectiva que seguimos siendo la tierra de Colón. “Se baña en sangre de héroes la tierra de Colón” cantamos en el himno nacional, tal vez el más violento en su letra entre todos los himnos del planeta. Por eso, perseguir, individualizar y judicializar, dicen ahora, a la comunidad Misak que derribó la estatua de Belalcázar es un despropósito: ¿los persiguen, individualizan, judicializan porque tienen identidad? Se saben nativos, propios de su suelo, sus territorios, su historia como comunidad. Esporádicos y cíclicos, esos gritos de resistencia a la invasión española deberían ser auspiciados, dirigidos y llevados al éxito por el mismo estado. Incluso las estatuas de Jiménez de Quesada, Heredia, Bastidas, Colón, el mismo Bolívar, el invasor extranjero que sometió a Nueva Granada, tendrían que ser desmontadas, así fuera en silencio, pues vienen a ser una provocación para los pueblos aborígenes desplazados, sometidos, exterminados por los invasores europeos.
La tierra de Colón, seguimos cantando para ocultar la esclavitud a que fuimos sometidos. Una esclavitud de la que nadie habla: ni los historiadores, ni los sociólogos, ni los antropólogos, ni los etnógrafos. Lo que nos lleva a una afirmación espeluznante, estremecedora: en Colombia, la tierra de Colón, siempre hubo esclavos de primera, segunda y tercera categoría: de primera, los esclavos negros, la más publicitada, documentada, historiada. De segunda, los esclavos traídos de España como servidumbre en condiciones si se quiere más inhumanas y terribles que los negros, y de tercera, la esclavitud de los indígenas, exterminados, además, por hambrunas, pestes, genocidios, suicidios colectivos provocados, encerrados, prisioneros, secuestrados en resguardos, encomiendas y “comunidades” palabras eufemísticas para disimular, ocultar, la existencia de esos guetos en los que ni siquiera tienen cédula de ciudadanía. O de identidad. Para el estado no son nada, nadie, no existen, no pertenecen a la tierra de Colón sino con los gritos cíclicos y esporádicos de resistencia. Incluso la palabra mestizo es malévola, discriminatoria. Los antropólogos la inventaron para crear unas comunidades nuevas que no pertenecen a un núcleo social con derechos. A los mestizos no los quieren en las comunidades indígenas porque están untados de blanco y los blancos no los admiten porque están untados de indio. El mismo sátrapa de San Mateo se refería a los indígenas y mestizos de Ecuador y Perú como inchimanes, todos sucios, todos mentirosos. ¿Y hay que mirar al congreso para entender el blancaje, las minorías, las ausencias? ¿Hay escuelas con los nombres de Benkos Biojó, Merchán Cano o Agustín Agualongo?
Festejar hoy el “descubrimiento” de América es una forma de masoquismo. Sujetos, hasta mediados del siglo XX, a la educación de jesuitas, dominicos, maristas, franciscanos españoles, es obvia la tradición del festejo del 12 de octubre. Sin embargo, las voces fuera del coro han logrado el desmonte de estatuas y conmemoraciones con el argumento de que Cristóbal Colón inició en América un genocidio, superior en cifras y resultados, al de Las Cruzadas en oriente medio. Andrés López Obrador, AMLO, presidente actual de México, va más allá: le ha dicho a España que pida perdón por los crímenes desatados en 1492. También la iglesia católica debería hacerlo pues El Papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) “regaló” la América a España y África a Portugal para que redujeran por la fuerza a sus habitantes a la religión católica. Fundamentó, entre otras barbaridades, que los aborígenes de esas regiones no tenían alma y por tanto no era pecado matarlos. América tenía, en esas fechas, quince veces más habitantes que España y África seis más que Portugal. El genocidio fue brutal: hacia 1540, América escasamente contaba con diez millones de habitantes contados los invasores. ¿Es la hora de que todo lo sólido se desvanezca en el aire, de profanar todo lo sagrado? ¿Consagramos, sacralizamos, personas y tradiciones de hombres y eventos que atentaron contra la humanidad?
COLOFÓN. Por favor señor presidente: cierre la frontera. Colombia no aguanta más desempleo, más hambre, más delincuencia. Y somos, como en los tiempos del dictador Bolívar, una colonia de Venezuela.
*Escritor.
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