Manizales sin agua hace 10 años, la emergencia dejó lecciones

Fotos | Diana Vidal | LA PATRIA Para ahorrar agua, Rubiela Cadamil, habitante del barrio Bosques del Norte, aprovecha el agua lluvia para lavar los tapetes. Otra enseñanza de Manizales sin agua en el 2011.

Martes, Octubre 19, 2021

10 años después de los 17 días sin agua en Manizales, algunos comparten lo aprendido. Enseñanzas.

DIANA VIDAL

LA PATRIA | MANIZALES

Hace 10 años la capital de Caldas sufrió, por las fuertes lluvias, un evento desafortunado. Un derrumbe frente a la planta de tratamiento Luis Prieto generó una avalancha y a su paso por el río Chinchiná arrasó con los tubos madre que surtían de agua a Manizales, dejándola 17 días sin el líquido vital.

Fueron 17 días en los que las personas tuvieron que abastecerse buscando agua en nacimientos o donde la encontraran para suplir sus necesidades, algunos hasta se trasladaron a ciudades y municipios cercanos. Los que no tenían estas posibilidades esperaban en sus barrios con porrones, botellas, baldes y canecas a que un carro tanque llegara a darles la ración diaria.

Después de la emergencia

Una década después, las personas recuerdan con cierto terror las primeras semanas de octubre del 2011. No obstante, esta emergencia dejó algunas enseñanzas y reflexiones.

Carlos Alberto Gutiérrez, administrador del restaurante El Maíz, comentó que esa situación le enseño a estar prevenido para cualquier calamidad de este tipo. Agregó que aunque en el restaurante no se almacena agua, en su casa se acostumbraron a guardar galones para cualquier emergencia.

Iván Jímenez Sanchez, dueño de Manimez, narró que se vieron muy afectados, no solo por el agua para el consumo de los empleados, sino para el funcionamiento del restaurante que tienen. "Ese fue el mayor dolor de cabeza. Inicialmente tuvimos que ir a Pereira a comprar recipientes de agua y trajimos lo que pudimos. En Chinchiná poseemos una propiedad y había que viajar hasta allí todos los días por el agua". En este establecimiento todavía conservan recipientes donde almacenaban agua y se usan cuando hay un corte en la zona.

"Traíamos el agua en carros particulares desde La Enea. Ya no la recolectamos porque siempre que hacen un corte nos avisan con anticipación", expresó Nicolás Cifuentes, dueño de Mister pollo, en el Centro. Agregó que el aprendizaje del 2011 fue estar sujeto a lo que sea y afrontar la situación.

Martha Lucía Marín, administradora de Variedades para tu hogar, confiesa que en el negocio solo mantiene un balde en el baño, en caso de que se vaya el agua, pero que desde esa época mantiene dos canecas llenas de agua en la casa: "Las cambio cuando voy a lavar. Echo el agua a la lavadora y vuelvo y las lleno, uno no sabe que nos vuelva a coger de imprevisto".

El valor del agua

Sin embargo, para muchos no es una opción almacenar agua. Ricardo Pulido, dueño de la panadería Los Marinillos, explicó que el agua después de las 24 horas coge una consistencia que no es óptima para el uso y consumo, por ende, la que usan debe estar fresca. Hace 10 años a Ricardo le tocó comprar agua en bolsas, situación que tendría que repetir ante un infortunio igual. "Desde entonces valoro más el agua, así como la luz y el gas, es indispensable".

Adeila Castañeda, habitante de La Enea, narró que en los años 80 el barrio estuvo tres meses sin agua, por lo que el corte del 2011 no les dio tan duro. Para esa época debían bañarse en una quebrada, o cuando llovía, en medio del aguacero. También contó que hace 10 años, junto al CAI, se formó un nacimiento, y entonces abastecerse era más fácil. "Estas situaciones nos enseñaron a cuidar la naturaleza, porque acá disfrutamos de todo, pero no lo sabemos conservar. Por ejemplo, el nacimiento ya lo taparon, si se llega a presentar una calamidad similar no tendríamos dónde recoger agua", concluyó.

También habitante de La Enea, María Herlinda Castañeda relató que después de la emergencia, en la casa de su madre decidieron poner tanques de reserva para cuando se vaya el agua, porque le queda muy difícil salir a buscarla.

Sonia Lucía Cardona tiene un puesto de obleas y helados en Chipre, cuenta que debía hacer filas para que el carro tanque le llenara los galones de agua, después de eso, siempre tiene con ella mínimo tres. "Eso me ayudó a analizar el valor del agua, que no se puede desperdiciar. Muchas veces me metía al baño a botar agua, ya no lo hago".