Zimbabue celebra la caída de su eterno presidente

OLIVER MATTHEWS
EFE| LA PATRIA | HARARE
Zimbabue, acostumbrado a la penuria económica y a la recesión, se convirtió ayer en un estallido de júbilo tras la dimisión del hombre que lo gobernó con puño de hierro durante 37 años, Robert Mugabe.

“¡Hola! ¡Bienvenidos al nuevo Zimbabue!”, gritaba una y otra vez uno de los miles de ciudadanos que se tomaron las calles de la capital, Harare, tras la renuncia del jefe de Estado, de 93 años, que parecía decidido a aferrarse al poder.
A escasos metros, un coche lleno de jóvenes entusiasmados se detuvo bruscamente al ver a un grupo de soldados. Los chicos descendieron del vehículo y se llevaron a hombros a un militar, héroes del pueblo por haber acelerado la salida del poder de Mugabe, que prometió gobernar hasta los 100 años.
La acción militar que precipitó el fin del mandato de Mugabe se conoce ya en Zimbabue como “el golpe cortés”, al haber conseguido derrocar a un régimen tan longevo sin derramar una sola gota de sangre.
Los zimbabuenses saludaron ayer a cada compatriota con quien se cruzaron, ya sea andando, bailando, corriendo o asomados desde un autobús, mientras agitaban una bandera de un país que hoy sienten que ha vuelto a ser suyo, tras años siendo “propiedad privada” de un autócrata.
La noticia de la retirada de Mugabe nadie se la esperaba, ni siquiera su propio partido, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), que impulsaba el proceso para destituirlo.
La sesión fue interrumpida por el ministro de Justicia, Happyton Bonyongwe, quien corrió hacia el presidente de la cámara baja, Jacob Mudenda, con una carta firmada desde el palacio presidencial en la mano.
Cuando Mudenda leyó las palabras “Notificación de dimisión”, todos los diputados y senadores presentes comenzaron a gritar de alegría.
“Por la presente, yo, Robert Gabriel Mugabe, presento mi dimisión como presidente de Zimbabue con efecto inmediato”, fueron las palabras con las que Mudenda oficializó la caída a cámara lenta de los más icónicos “presidentes eternos” de África.