Cuando quedé de primero por primera (y única) vez

¿Qué si he quedado de primero en alguno de mis retos? ¡Si, por supuesto! En la Travesía de la Costa Brava. Debíamos nadar 23 kilómetros entre dos islas en el Mar Mediterráneo. 

Éramos cinco nadadores, cuatro europeos y yo. Claramente, yo el menos hábil; era mi primera travesía oficial en mar abierto.  

Finalmente, después de nadar 10.30h fui el único que logró terminar de nuestro grupo. Los demás se fueron retirando uno a uno, debido a las condiciones tan brutales que tuvimos que enfrentar. Solo unas cincuenta personas habían terminado esa prueba, y con seguridad tengo el tiempo más malo de todos.

Pero quiero dejar absolutamente claro que yo no llegué a esa isla por ser mejor nadador que ellos. Ellos eran más rápidos y mucho más experimentados. ¡Yo llegué por terco! No había entrenado 8 meses y viajado desde Colombia para abandonar a mitad de camino. 

Nunca volví a pisar un podio, y tal vez no lo vuelva a hacer. Ese ha sido mi único “oro” en un reto: por retiro de mis contrincantes. 

Meses después, reflexionando sobre lo que había vivido, entendí que hay una fuerza más profunda que se convierte en la base de cualquier gran logro. Esta no depende de tu edad, género o raza. No la afecta tu pasado o tu punto de partida. Tampoco si tienes o no un título en la universidad, y mucho menos, de cuanto costaron tus tenis o de que material es tu bicicleta. 

La encontré en cada uno de los atletas extremos que conocí mientras enfrentaba las pruebas más exigentes alrededor del mundo. Pero lo más interesante es que también la encontré en cada persona común que se ha desafiado a sí misma. 

Esta fuerza conecta de manera poderosa el “qué”, el “porqué” y el “cómo”, haciendo que personas comunes logren cosas extraordinarias.   

Esta frase de A. Einstein, que me impactó mucho desde la primera vez que la leí, la explica perfectamente: 

“Existe una fuerza más poderosa que el vapor, que la electricidad e incluso más poderosa que la energía atómica; Esa fuerza se llama VOLUNTAD HUMANA.”  

Esa fue mi lección y hoy se las comparto, que cuando hay voluntad, sin importar que tan fuerte sea la corriente en contra o cuantas veces haya que intentarlo, siempre se puede dar una brazada más.