Son como una trampa. Los primeros los aprendes en casa, los demás los construyes o son incorporados desde tus vivencias.
Algunos evolucionan con el tiempo, pero la mayoría son para toda la vida. Los principios deberían ser para las personas como las leyes para un país. No son negociables y no vienen en escala de grises.
En ocasiones te hacen intransigente y proyectas terquedad cuando los defiendes. Te hacen perder la simpatía de muchos, pero ganar conexiones profundas y duraderas con otros pocos.
No pides disculpas por actuar conforme a ellos, y tampoco se las exiges a quién lo hace conforme a los suyos (a menos que te equivoques o afectes a alguien, por supuesto).
Puedes sentir que son una cadena porque no te dejan hacer lo que quieres o lo que te conviene. Te restringen a hacer lo que crees que es correcto reduciendo tu campo de acción.
Son propios y por eso todos son válidos así no compartas los del otro. Actuar conforme a ellos no evita que te equivoques, pero si garantiza que no lo hiciste de mala fe.
Son conceptos subjetivos, pero su extraño poder hace que para algunos sea la razón por la que darían la vida y para otros, algo tan ridículo que da risa.
Entonces, ¿Por qué decidimos que guíen nuestra vida, en vez de elegir el camino más fácil?
Siempre he tratado de actuar y defender mis principios con tenacidad; Por ellos he perdido “amigos”, reputación y en ocasiones mucho dinero, pero curiosamente estoy dispuesto a seguir haciéndolo. No porque haya encontrado muchas razones que lo compensen, de hecho, solo he encontrado una: ME DAN IDENTIDAD. Por ellos he entendido quién soy, porque lucho y cómo debo dar cada pelea, porque no todo vale. Son como las líneas del campo de juego, dentro de ellas se da la batalla, si te sales el juez pita y se para el partido. Lo que pase por fuera es hacerle trampa al otro… y peor aún: es hacerte trampa a ti mismo (así no se enteren).
Si vives bajo tus principios tendrás que dar peleas que parecen innecesarias o sin sentido y podrás perder mucho, pero te aseguro que nunca perderás TU INTEGRIDAD y por ella todo habrá valido la pena.
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