Intringulis de la vida
Señor director:
Rato menos pensado la existencia social y la naturaleza nos deparan sorpresas nunca esperadas, como la aparición del COVID 19; esto nos lleva a pensar y luego a concluir, que no hay nada seguro, que todo es incierto, que lo que consideramos invariable no es más que mera apariencia de la naturaleza, de ahí que podemos afirmar que lo único seguro es que no hay nada seguro; en consecuencia se puede esperar que ocurran cosas y hechos inimaginables que cambien no solamente los rumbos ineluctables del destino humano, sino además el ritmo normal de la vida en sociedad. Y mientras la tecnología nos deslumbra con sus nuevos adelantos, y en ese orden de crecimiento tecnológico cavilamos que el ser humano es el dueño casi absoluto del mundo, una nueva situación que nos plantea la madre tierra, nos obliga a aterrizar, mostrándonos cuán débiles somos los seres de carne y hueso frente a los avatares de nuestra madre natura.
Quien iba a suponer por ejemplo, que un insignificante murciélago pusiera a temblar al mundo entero con una dificultad extremadamente calamitosa, con los consecuentes efectos psicológicos y económicos que genera el miedo, derivado de un inminente peligro que bien pudiera terminar con la especie humana. En este momento, hoy 26 de marzo de 2020, esa masa de gentes del planeta completo, se estremece frente al fantasma llamado COVID 19, que azota casi a la totalidad de los países que pueblan el planeta y amenaza con copar todo el orbe.
Normalmente esta clase de virus (coronavirus) afecta a los más pobres, a los más necesitados, por ejemplo el ébola y la malaria, se llevaron a millones de pobres; sin embargo, esta vez no son los menesterosos los más golpeados con el terrible mal, engendrado por la naturaleza, sino aquellos que engrosan las filas de las llamadas clases medias y altas, pues con el contagio se cuentan príncipes, ministros, altos funcionarios de gobiernos, cantantes reconocidos, artistas de cine y de televisión, futbolistas calificados, etc. Las razones de esa disposición de la Pacha Mama, no son claras, empero podemos arriesgar una reflexión fundamentándonos en los hechos que nos proporciona inequívocamente la realidad. Se afirma que el origen del ponzoñoso virus que nos ocupa por el momento y que nos atormenta, nació en Wuhán, ciudad capital de la provincia de Hupei en China, y que de allí se comenzó (no por efectos del viento) a expandir a los diferentes países del cosmos, dejando una cantidad importante de personas infectadas, a quienes por una voltereta del destino, las amenaza la esquelética y negra parca, aunque ya a muchas de ellas, sin consideración alguna, se las ha llevado. ¿Y por qué se extendió de esa manera el virulento COVID 19? Por lo que se conoce, es válido inferir que fueron los viajeros, que ya sea por cuestiones de trabajo o por asuntos simplemente de turismo en cruceros o en aviones, se encargaron inconscientemente de universalizar el espeluznante mal. Sabemos igualmente que los trabajadores rasos y en general, las gentes sin recursos económicos (que son muchos miles de millones) ni siquiera sueñan con realizar viajes de paseo y de regocijo; en consecuencia, éstos, para su bien, no fueron inicialmente ni contagiados ni moribundos; entonces, los que sí tienen la posibilidad de darse esos gustos o por lo menos que su ocupación laboral se los permite, fueron los primeros contagiados en difundir la enfermedad viral. Por lo que vemos, no fueron los indigentes ni los habitantes de las riberas de los ríos ni los labriegos, así como tampoco fueron los obreros rasos, es decir, no fueron los menesterosos, los que inicialmente se contagiaron y propagaron el mal y lo convirtieron en pandemia. Bueno es, también dejar claro, que de ese virulento virus no se escapa nadie, pues asimismo intimida con sus tentáculos de muerte, a ricos y pobres, a corruptos y honestos, a buenos y malos. Esto deja ver que frente a esa maligna enfermedad, no vale el dinero ni las roscas ni la estampa ni el valor, pues a todo iguala con el mismo rasero. Pero esta vez inició con los de arriba, si no, examínese que los países más pudientes (China, Italia, Estados Unidos, Francia, Alemania, España, etc.) son los más afectados, tanto en contagiados como en el número de muertes.
Ese enfermizo panorama, nos pone de manifiesto que pareciera que la naturaleza se estuviera vengando de la desigualdad social.
Julio E. Luna C.
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