Dado que el tiempo es una invención humana para medir los ciclos de la Naturaleza, la medición no siempre coincide con lo medido. Hoy es el solsticio de invierno, la noche más larga del año en el hemisferio norte, y como estas cuestas caldenses están en él situadas, algo tocará de tal largueza. Del resto se encargarán quienes so pretexto de Novena enloquecerán el vecindario hasta la madrugada.
Nada tiene que ver con el 21 de diciembre el cósmico ciclo, desde cuando el terrenal papa Gregorio XIII reajustó el calendario en 1582, para que la Pascua de Resurrección coincidiera con la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera. El capricho litúrgico robó diez días de vida a sus contemporáneos.
Peor, distanció a la Humanidad de la Naturaleza: los antiguos creían que en las sombras moría el sol y evitaban su muerte con rituales de fuego para conjurarlas. (Por eso la pólvora decembrina prevalece, así se ignore su significado). En ese entonces el solsticio era el 25 y con la aurora se celebraba la natividad del Rey Sol, el ‘Sol invictus’ que triunfaba sobre las tinieblas, pues las noches comenzaban a acortarse.
Ese día nacieron dioses como el persa Mitra, hijo del Sol y una virgen, y el niño Mexi Huitzilopochtli. En Siria y Egipto se proclamaba: “¡La virgen ha parido, la luz está aumentando!”.
Como el emperador romano Constantino el Grande fue devoto de Helios el Rey Sol griego antes de ser cristiano, por su influjo la iglesia trasladó al 25 de diciembre la natividad de Jesús, para absorber cultos solares precedentes. La misma institución mató el simbolismo un milenio después, pero no logró suprimir el Cápac Raymi en Perú, Ecuador y Bolivia donde hoy celebran el comienzo del año incaico, en armonía con el verdadero año solar.
Desde esa perspectiva, el 31 de diciembre es otro desfase del tiempo. Tal vez por no pasa de ser una borrachera sin sentido, que confunde meras supersticiones con un ritual.
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Inteligencias que deslumbran. Por estos días, se aglomeran cada vez más forasteros frente a la taquilla de la estación del cable aéreo en el terminal de transportes local: no se les permite usar el servicio, porque no tienen tarjeta.
Así la vayan a usar solo una vez porque están de paso, deberán comprarla por $2.800 para que les carguen un pasaje de $1.900. La solución la ofrecen amablemente algunos manizaleños vendiendo el pasaje al encartado transeúnte. Pero no demorará en transformarse la amabilidad en negocio, cuando los rebuscadores empiecen a cobrar 100 o 200 pesos o más de recargo particular.
Por supuesto, esto no lo vislumbraron los genios que manejan la entidad. Gracias a ellos, la Ciudad de las Puertas Abiertas se convierte en la del Transporte Excluyente. ¡Qué maravilla!
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¿Desempleo de alto rango? Los otrora perseguidos oficios de la adivinación, el vaticinio o la aruspicina son hoy prestigiosas y rentables profesiones, tan veleidosas e inciertas como la economía. Uno de los videntes más famosos de la actualidad es John Pugliano, autor del libro de farragoso título, ‘Vienen los robots: una guía de sobrevivencia humana para ganar dinero en la era de la automatización’.
En sus páginas anuncia que “cualquier trabajo que sea rutinario o predecible, será hecho por un algoritmo matemático en cinco o diez años”. En la lista aparecen profesiones renombradas en trance de pérdida de respetabilidad y rentabilidad: arquitectos, contadores, pilotos militares, detectives, agentes inmobiliarios…
También los médicos generales, pues se avecinan programas cibernéticos de diagnóstico. (Prepárense para poner la cara ante una pantalla que anunciará un infarto, aunque se trate de una tusa). Los abogados no especializados, por la misma razón. Es de suponer que incluirá a los jueces promiscuos en Colombia. (Pronto se leerá que el computador de Marmato fue recusado porque hallaron videos pornográficos en la misma carpeta de los procesos por alimentos).
Lo que Pugliano ignora, poniendo en entredicho los alcances de su clarividencia, es que en nuestro país ya está casi desaparecido el derecho, desde cuando dejó de ser una carrera humanística, fue excluida la ética del pensum y empezó la carrera judicial. Y la medicina general es apabullada por las EPS. Aunque, tal vez se acaben primero los pacientes…
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