La cuantiosa multa aplicada al ciudadano que compró una empanada en una venta callejera, sigue siendo tema periodístico. Se ha leído y escuchado desde sesudas disertaciones jurídicas hasta idioteces dignas de Eduardo Luis, y entre unas y otras fue reivindicado el delicioso manjar, sin oposición -hasta ahora- de veganos ni animalistas extremos.
Hace tres días fue divulgado desde la Fundación Ideas para la Paz un estudio sobre las contravenciones al Código de Policía más sancionadas y la variedad de penas aplicadas. La mayor parte es económica y escasos los llamados de atención educativos. Lo atribuyen a que la interpretación de la norma “es altamente discrecional”, según el policía, su genio y las circunstancias.
Los investigadores no advirtieron que el albedrío incluye hacer la vista gorda ante ciertas acciones punibles. Por ejemplo, la Policía tiene el poder de clausurar fiestas privadas y establecimientos de diversión ruidosos. Cuando por equivocación contestan del 123, prometen enviar una patrulla, que jamás llega para no enfrentarse a borrachos bravucones. Es más fácil lidiar con una vendedora de empanadas.
Tampoco intervienen ventas callejeras de cachivaches, tan invasivas como las de comidas, porque pertenecen a concejales o diputados, o a cadenas de explotación y contrabando. No conviene perturbarlos.
En lugar de proteger a la ciudadanía y preservar el orden, el Código de Policía refina el abuso de autoridad. De ello saben en esa institución.
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Hace una semana, el papa expulsó del sacerdocio al violador cardenal estadounidense Theodore McCarrick. El martes, la justicia australiana condenó a su par George Pell, quien abusó de un monaguillo de 13 años. Es el más alto jerarca católico castigado por la justicia ordinaria. En agosto pasado, el purpurado chileno Francisco Javier Errázuriz salió del círculo de consejeros papales por encubrir a un cura, cuya caco…fonía enmudece el mensaje de Cristo.
Tales sanciones hicieron creer en la férrea decisión del pontífice de depurar la Iglesia de corruptos sexuales. (Las otras corrupciones siguen rampantes). Sin embargo, el domingo 24 Francisco relajó la severidad durante la reunión de alto nivel para desenmascarar y castigar a cardenales, obispos y clérigos pederastas. En lugar de proponer un código penal, presentó ocho candorosas pautas para preservar a los niños: por ejemplo, “cambiar la mentalidad”… como una mujer se empecina en trocar la personalidad de su hombre.
“Transformar los errores en oportunidades para erradicar este flagelo”. Ya se hace: trasladan al violador. “Ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado”. El 90% de los obispos tapa. “Acompañar a las personas abusadas”. ¿Como al acólito de Filadelfia violado por el entonces párroco Pedro Abelardo Ospina? ¿El arzobispo de Manizales o su tesorero Barrientos saben cuál es el estado emocional actual de ese muchacho?
Decepcionó el papa a las millones de víctimas abusadas por los curas, que esperan justicia así tarde medio siglo. Condenar sin castigar, es cohonestar y condonar. ¿Habrá llegado Francisco al tope de su eficiencia? ¿Serán insoportables las presiones -amenazas- internas para no tocar a los intocables que tocan a los niños?
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El edificio Mónaco fue derribado por decisión del alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, con el supuesto propósito de honrar a las víctimas de las mafias de esa ciudad. La caída de las paredes levantó una polémica sobre la pertinencia del gesto, más espesa que la polvareda de la explosión.
Habrá que preguntar al funcionario qué piensa hacer con la tumba de Pablo Escobar, adonde gran cantidad de personas va a orar, no por el alma del capo, sino para contagiarse de su capacidad de hacer dinero rápido y fácil. Porque el asunto no es borrar los símbolos del narcotráfico, sino cambiar la mentalidad traqueta de tantísimos ciudadanos convencidos de estar por encima de la ley. Tan extendida está, que identifica a gruesos sectores antioqueños y caleños.
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Octavio Arbeláez recibió la Orden de las Artes y las Letras del Ministerio de Cultura de Francia, con grado de comendador. Más que merecida: por su tesón, el Festival de Teatro de Manizales es un certamen cultural consolidado, reconocido y respetado. Luchó codo a codo y pierna a pierna contra la sagaz y temible empresaria Fanny Mickey; sacrificó tiempo, descansos y dineros personales, y extravió tesis de grado. Todo un logro.
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