El papa Francisco ordenó a los obispos notificar a la justicia penal las denuncias de abuso sexual cometido por sacerdotes. Considera que ese delito no debe prescribir jamás, si bien el Código de Derecho Canónico aumentó la prescripción de 15 a 25 años, contada a partir de la mayoría de edad de la víctima.
Mientras en la Congregación para la Doctrina de la Fe se amontonan más de tres mil procesos contra obispos y sacerdotes pedófilos, por falta de recursos y de personal como en cualquier juzgado promiscuo colombiano, la mayor parte de jerarcas eclesiásticos no ha podido o querido entender la magnitud del problema. Prevalecen prácticas como el encubrimiento, que tiene tres modalidades: el secreto absoluto, para no dañar la reputación del dañado. Si llega a traslucir el crimen, se pide tolerancia; por peligroso que sea el violador, merece conmiseración. Doble moral: lo que es pecado sin remisión en un laico, es debilidad humana en el cura.
Las otras son: minimizar el hecho o inculpar a la víctima, y proteger al delincuente cambiándolo de parroquia, como si a la nueva no llevara su perversión. (“El que nació para tamal, del cielo le llueven hojas”). Y cuando el coto de caza no es la sacristía, lo son el colegio o el seminario.
Las determinaciones papales no convienen a muchos ‘religiosos’. No les importa que busquen contrarrestar la creciente pérdida de credibilidad de una institución que vive en crisis desde la muerte de Gregorio I Magno (540-604). Excepto durante pocos pontificados.
En Alemania, Chile, Australia, España, Ecuador, Perú, Italia, Irlanda y los Estados Unidos ya se desgarró el velo del templo con destituciones de obispos encubridores y condenas a los corruptores. En cambio, en Colombia parece haber una cortina de hierro sagrada. Se sabe que 57 sacerdotes están en manos de la Fiscalía y unos 80 son investigados. Apenas cuatro encarcelados. Eso no es nada, ante lo que sucede y lo que se conoce.
Una jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia en 2015 estableció la responsabilidad civil de la iglesia en las condenas por pederastia, para suplicio eterno del tesorero Barrientos. La tesis es lógica: “No existen clérigos que se administren solos o estén por fuera de la autoridad” del obispo.
El de Cali, Darío Monsalve, debió pedir perdón a los cuatro niños violados por William Mazo expárroco de Candelaria, quien estará 33 años entre rejas. Sus palabras tal vez no salieron del corazón, pues solo acataba una orden judicial. Y ojalá vaya entendiendo que con gestos no basta. Deberá abrir una faltriquera acostumbrada solo a recibir, porque a las víctimas se las indemniza.
Falta saber qué pensará su colega de Medellín, famoso por su tolerancia con los pecadores de alzacuello blanco. Esas dos arquidiócesis tienen la mayor cantidad en Colombia de denuncias contra pedófilos ungidos. Tal vez por eso sus titulares son tan reacios a atender a la prensa.
A propósito de prelados incomunicativos, ¿cuál será la situación en la Arquidiócesis de Manizales? Debe ser como para echarse bendiciones, porque aquí todo se tapa, sea religioso, laico, social o penal. Por ahora, Pedro Abelardo Ospina expárroco de Filadelfia, estará guardadito en La Blanca durante veinte años, por abusar de un niño con trastorno mental. Y el año pasado, James Antonio Benjumea, cura en la Cuchilla del Salado, fue denunciado penalmente por exhibicionismo y tocamientos indecorosos a cuatro menores. (Cuatro es un número mágico). El acusado renunció a la arquidiócesis, tal vez para facilitar la investigación, quizás para escurrir el bulto. Son tan hábiles…
Lo que no ha salido a la luz debe ser tenebroso. Quienes hace 50 años estudiábamos en colegios católicos de Manizales, teníamos identificados a ciertos sacerdotes a quienes se debía “saludar a brincos”; otros cubrían las espaldas de profesores laicos. Desde entonces debe haber corrido mucha agua bendita bajo los pupitres y los altares, porque ya los armarios tienen puertas corredizas.
Cuando la situación explote, y Dios quiera que sea antes de que a Francisco le apliquen el método Juan Pablo I, el pobre arzobispo perderá el poco peso corporal que le queda. Porque el del liderazgo cogió el mismo caminito que el de Duque…
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