Existe en la isla Gomera, una de las Canarias, un Parque Nacional Natural de excepcional belleza que recibe un millón de visitantes por año; los turistas embelesados se internan por los senderos que cruzan al territorio. Garajonay es su nombre y abarca 4.000 hectáreas; es Parque Nacional, Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera. Estos tres títulos hablan de la belleza del ecosistema. Conozco bastante bien a España, pero con un pesar enorme porque no he visitado Garajonay. He visto sí muchos libros, folletos, películas, fotos y relatos sobre él. Parece un bosque encantado poblado por hadas y elfos. Los musgos y los líquenes que han colonizado el suelo y los troncos de los árboles y las neblinas que se apoderan del parque le han conferido ese ambiente mágico de bosque encantado. Espero que la vida me permita algún día conocerlo.
Hablando de la geografía española las costas ocupan lugar especial: son las Rías Bajas de Galicia, las celebradas playas del Mediterráneo y las de las Canarias y las Islas Baleares. Las hay para todos los gustos. Para los solitarios, como yo, que amamos las playas silenciosas y los que gustan de las playas atestadas de hoteles y bañistas. Entre las primeras podemos citar las de Galicia, llamadas las Rías Bajas. Una ría es un valle fluvial que entra en el mar o un brazo del mar que entra en tierra aprovechando un valle fluvial. Las rías son el paisaje típico de las costas de Galicia, región entrañable de España cuyos moradores han sido pescadores por tradición y han exportado la imagen de España a todos los lugares del mundo. Los gallegos son hombres de mar. En Argentina a los españoles les dicen gallegos.
Sabemos que los turistas que recibe España cada año rebasan en número los habitantes del país, como si Colombia recibiera 50 millones de turistas al año. Algo tiene España para ejercer ese poder de atracción y eso es precisamente lo que estoy demostrando en estos artículos que le dedico. Sí, son millones los turistas que buscan el sol y la maravilla de las playas del Mediterráneo, pero también los que buscan los tesoros naturales, históricos, artísticos y gastronómicos del interior. España posee casi 6.000 kilómetros de playas y las más buscadas son las del Mediterráneo. El país vende sol especialmente para los habitantes del norte de Europa, súbditos de países cuyos inviernos son despiadados. Aparte de los turistas de temporada que visitan las playas españolas, hay otros que definitivamente decidieron establecerse allí. Es el caso, por ejemplo, de jubilados alemanes y de otros países de centro y norte de Europa que buscan el cálido sol mediterráneo y se han quedado a vivir al sur de España. Se cuentan por miles. En Marbella, cerca de Málaga, se han establecido personas del jet set mundial del dinero, del arte, del cine, del glamour.
En Colombia tenemos un fenómeno parecido, no de mar sino de tierra adentro y obviamente en menores proporciones. Se trata de los europeos que se han enamorado del paisaje, de la tibieza del aire, de la amabilidad de los naturales, de la tranquilidad y del tesoro arqueológico de primer orden que encierran San Agustín, Huila y su entorno campestre. Este fenómeno es una espada de doble filo. El aspecto positivo es que inyectan cosmopolitismo y otros valores y culturas y formas de mirar la vida. Pero por otro lado los nativos dicen que se están apoderando de la región y están empobreciendo a los nativos.
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