Estamos celebrando la belleza del Llano. Lo estoy haciendo desde muchos ángulos. Hablábamos de Humboldt. El sabio cuenta de los jaguares que se asomaban al paso de la canoa y de los centenares de caimanes que recibían el sol en las márgenes del río. Hoy esas bandadas de aves y los centenares de cocodrilos ya no se ven en tal cantidad.
Precisamente uno de los hombres importantes hoy en la vida del Llano, Jorge Londoño, se ha propuesto salvar los cocodrilos, y lo está logrando. De ello hablaremos más adelante. Dice el sabio que a veces por las noches un jaguar se instalaba debajo de su hamaca, y que los mosquitos se turnaban para picar, unos durante el día y otros al caer la tarde. Igualmente anota que colocaban las hamacas casi en los techos de los árboles, pues había observado que los mosquitos no volaban tan alto. Una de las anotaciones más curiosas de Humboldt se refiere a un hombre de apellido Loyano que amamantó durante cinco meses a una criatura. Se manifestó contra el trabajo de los misioneros; estos, sin embargo, lo trataron muy bien y el sabio se muestra agradecido.
El decía que el curare, el poderoso venenos utilizado por los indios, no obraba por vía digestiva, sino cuando entraba en contacto con la sangre y así bebió un sorbo del veneno, sin experimentar ningún trastorno en la salud. Humboldt quedó extasiado ante la majestuosidad y la potencia del raudal de Maipures y lo llamó “La octava maravilla del mundo”. Este Raudal y su famosa piedra llamada El Balancín, constituyen el mayor atractivo turístico del Parque Nacional Natural Tuparro que se encuentra en el Vichada y que tiene como límite oriental al Orinoco y forma por lo mismo frontera con Venezuela.
En las rocas de las orillas del Orinoco existen unas oquedades que llaman mollas o moyas. Busco en el diccionario y no encuentro la palabra con ese significado. Esas formaciones redondas son muy curiosas y suelen estar llenas de agua que el río deposita allí cuando crece. Pues bien, cuenta Humboldt que para calmar las fiebres de las que sufrió en el viaje Bonpland causadas por las picaduras de mosquitos utilizaban las mollas como jarras de agua en las que exprimían limones y con esa medicina natural calmaban las fiebres. Remontando el Orinoco los dos sabios llegaron hasta el río Negro y navegaron el caño Casiquiare y comprobaron que este caño une las dos cuencas más extensas de América del Sur: la del Orinoco y la del Amazonas. En su segundo viaje a Colombia el sabio remontó el Yuma (el Magdalena), llegó hasta Honda y desde allí subió a Bogotá donde fue recibido con todos los honores y donde conoció y admiró a José Celestino Mutis. En sus notas sobre Bogotá escribió que las damas de la alta sociedad tenían piojos. De Bogotá siguió para Quito. Nuestro sabio Caldas se ilusionó esperando que Humboldt lo tomara como compañero de viajes y exploraciones. No fue así. Y en este punto la historia habla de las aventuras amorosas de Humboldt con las que la formación católica de Caldas no estuvo de acuerdo. Otras versiones dicen que nuestro sabio de Popayán también era gay y tuvo celos con el compañero que Humboldt escogió en Quito. Humboldt fue el sabio que dio a conocer al mundo las enormes riquezas de América y con el pasar de los años y de las investigaciones se reconoce cada vez más el lugar preferencial que ocupa como científico de todas las disciplinas que tienen que ver con la Tierra.
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