La más importante celebración de Semana Santa o Semana Mayor en el mundo católico es la de Roma, y le sigue en importancia y la sobrepasa en muchos aspectos la de Sevilla, España. Su preparación, montaje y puesta en escena (digámoslo así), conllevan un presupuesto y un trabajo impresionantes. Se viene celebrando desde la Edad Media y con los años y siglos ha ido adquiriendo más solemnidad y creciendo en cantidad de hermandades y de pasos. La celebración, orgullo de los sevillanos, ha sido interrumpida varias veces a lo largo de la historia en épocas y situaciones de anticlericalismo. En los años de la invasión napoleónica de 1808-1810 la causa no fue el anticlericalismo sino el desorden general que invadía a España. Las otras épocas sí fueron de anticlericalismo: 1836 año de la desamortización de Mendizábal, 1868 año de la Revolución anticlerical, 1932 época de la Segunda República contra la que luchó Franco.
Describir el desarrollo, la mecánica y la parafernalia de cada procesión llevaría páginas enteras. En la actualidad participan 70 hermandades, bandas de música, acólitos, autoridades, cofradías, sacerdotes, los cargueros, etc. Un detalle que me impactó la vez que tuve la suerte de presenciar las procesiones fue el canto de las saetas. La procesión se detiene cuando desde la calle y de preferencia desde un balcón un artista canta una saeta, que es una o más estrofas octosílabas interpretadas en cante jondo alusivas a la pasión de Cristo. Se trata de un canto dolorido y hermoso que llega a lo profundo del alma. Acabado el canto la procesión retoma su ritmo. El Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla es la entidad encargada de organizar la Semana Santa cada año. También en la primavera Sevilla se engalana con otra fiesta, esta vez mundana, y que reúne turistas de todo el planeta, la Feria de Abril, magnífica ocasión para ver bellas mujeres y celebridades que acuden puntuales cada año.
Sin salirnos de Andalucía podemos asistir a otra celebración de la Semana Mayor en Málaga, la tierra de Picasso. No tuve la suerte de verla pero sí de admirar las andas sobre las que se llevan las estatuas y que se guardan en un sala especial. Grandes, pesadas y sobre todo… y sobre todo confeccionadas en plata y oro.
En muchos pueblos de España, especialmente al sur y al este, se celebran las fiestas de Moros y Cristianos, que recrean las batallas de la época en que los moros se asentaron en la Península. Recordemos que en el año de 711 los moros invadieron a España y poco a poco se apoderaron de todo el país, excepto de una franja en el Cantábrico. De este modo España quedó dependiendo del Califato de Damasco durante 700 años. Fue don Pelayo el iniciador de la Reconquista con la batalla de Covadonga en el año 722. Y desde ese año hasta 1492 los reyes de los diferentes reinos de España fueron acorralando a los sarracenos. Los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, unificaron a España y lograron la expulsión definitiva de los moros. La fiesta de Moros y Cristianos comenzó a celebrarse incluso desde épocas lejanas, cuando todavía no se había expulsado a los sarracenos de la Península. Si hablamos de fiestas populares y que abarcan casi toda España, nos referimos indudablemente a estas celebraciones, porque aunque Sanfermines y Fallas se celebran también en los pueblos de sus respectivas provincias, las fiestas de Moros y Cristianos abarcan prácticamente todo el país y en más de 200 pueblos se llevan a cabo las celebraciones.
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