Los eventos de la última semana nos tienen preocupados a todos los colombianos. La crisis de la justicia se hace evidente cuando dos entes encargados de procurarla chocan de esa manera; la Fiscalía y la JEP. El caso Santrich puso en verdadero riesgo la credibilidad de la justicia transicional, especialmente cuando la decisión de la JEP de no extraditarlo generó la renuncia del fiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez y de la vicefiscal María Paulina Riveros. Los argumentos de los magistrados de la JEP parecen lógicos, pero la negativa a suministrar las pruebas que se requerían para extraditar a Santrich no lo es, ¿Por qué Estados Unidos no entregó lo que el Tribunal le solicitaba? ¿Por qué se da a conocer un video, que parece ser la prueba reina contra Santrich, justo después de que el Tribunal dicta su veredicto negando la extradición? ¿Quién tiene interés en desestabilizar nuestro país con una crisis de esta magnitud? ¿Quiénes son los que ganan con esta crisis?
Aparentemente el fiscal podría considerarse un ganador, ya que salir a rasgarse las vestiduras con su renuncia, dando los argumentos que todo el mundo quería oír (pues si somos sinceros, todos los colombianos, excepto los de las Farc, queremos que extraditen a Santrich) podría ser una buena jugada, pero también es cierto que el fiscal tiene rabo de paja y no hace mucho pasó por una de las peores crisis de credibilidad que algún personaje público haya podido atravesar; lo que uno no se explica es cómo no se cayó en ese momento, pues sus vínculos con diferentes actores en el caso Odebrecht quedaron expuestos.
También ganan los que se oponen a la Justicia Especial para la Paz, pues este fallo es impopular y les da argumentos a sus detractores, esta situación agudiza el conflicto que polariza al país en torno a la implementación de los acuerdos firmados con las Farc, pues la justicia transicional es pieza clave en el logro de la paz después del conflicto. La realidad es que el narcotráfico es un negocio lucrativo y difícil de dejar para las personas sin escrúpulos, la reincidencia de Santrich y de otros exguerrilleros en este delito lo demuestra.
En mi concepto una figura que gana en franca lid en todo este conflicto es el procurador Fernando Carrillo, quien ostenta la postura más sensata en todo este problema. Uno se pregunta por qué Néstor Humberto no tomó la bandera que sí recogió el procurador. Al menos todavía hay unos pocos personajes sensatos en este país, no como el personaje que andaba proponiendo una nueva constituyente, para ahí sí terminar de llevarnos a la hecatombe que ya otros han anunciado.
Definitivamente los grandes perdedores somos todos los colombianos, que queremos la paz y la tranquilidad de vivir en un país donde opere la justicia, las instituciones sean transparentes, los gobernantes honestos y donde la sombra del narcotráfico no se propague como una enfermedad que amenaza con acabarnos a todos, pues aquí el verdadero problema es la ambición, que corrompe corazones a diestra y siniestra: ambición por el poder y por el dinero fácil. ¡Ay! mi querido país ¡cómo me dueles!.
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