Este país nos sorprende a cada rato, esta semana la sorpresa vino del ámbito periodístico, con la cancelación de la columna de opinión de Daniel Coronell. En mi modesto concepto de colombiana del común, pero también de columnista en un periódico serio y de tradición, Daniel Coronell es el columnista más importante que tiene el país y la que él llamaba su casa, la revista Semana, es uno de los medios escritos de mayor influencia nacional, de donde han surgido investigaciones periodísticas y denuncias que han permitido conocer hechos que nos afectan a todos, es decir, es un medio que ha servido para proteger y velar por lo que es mejor para el país, así lo he sentido yo y creo que muchos de los colombianos seguidores de esa publicación. Es innegable la entrega y el compromiso de este periodista hacia su columna, en la cual ha sacado a relucir más de un escándalo, poniendo en riesgo su propia vida y la de su familia con tal de ejercer el deber moral que su profesión y su conciencia le exigen; en la columna que generó su salida se atrevió a cuestionar las decisiones editoriales de la revista.
El escándalo que destapó The New York Times -NYT- no es de menor cuantía, pues corresponde a uno de los hechos más oscuros de las fuerzas armadas y es el posible resurgimiento de los falsos positivos, que estremecieron a Colombia hace unos años, con una cifra de asesinato de jóvenes que, según la Fiscalía, alcanzó los 2.200, pero que según fuentes no oficiales podría ser mucho mayor. Este es un episodio vergonzoso, que en un país con poca memoria, como el nuestro, parece estarse reviviendo. Si un medio tan serio como la revista Semana conocía la información desde febrero, pero prefirió no publicarla, sí le debe una explicación al país. El mismo Coronell plantea en las entrevistas que ha dado, que él, habiendo sido jefe de redacción de muchos medios, considera que tres meses es tiempo más que suficiente para confirmar una información y publicarla. ¿Por qué el periódico norteamericano, que es tan importante a nivel mundial, sí lo hizo? Si era para proteger al gobierno, ahora el efecto es el contrario, este es un nuevo golpe al prestigio de un gobierno cada vez más impopular. Las directrices del director del Ejército, que piden resultados sin exigir perfección en las operaciones militares, abren un vacío de irregularidades y actuaciones que no miden los medios sino solo los fines, en un país donde está tan cuestionado el respeto por los derechos humanos, esto es gravísimo y pone en riesgo la vida de muchas personas.
Seguramente Daniel Coronell seguirá escribiendo en otros medios, de hecho fue invitado por el propio NYT a escribir un artículo sobre la cancelación de su columna, titulado “El precio que pagué por preguntar”, publicado el 5 de junio, pero en este episodio todos somos perdedores; la revista porque pierde un excelente periodista; uno de los que le aportaba mayor credibilidad a esa publicación y, sin duda, atraía más suscriptores. Los lectores, porque perdimos una excelente fuente de información; un periodista serio en sus investigaciones y aguerrido en sus denuncias. Coronell también sale perdiendo, pues abandonar una casa editorial seria, que lo respaldó por tantos años no debe ser nada fácil, aunque él no estaba dispuesto a quedarse callado para conservar su columna. Por último, pierde el país, porque se acalla una de las voces que ejercía el contrapoder de una manera directa y contundente, por eso lo sacaron de la revista. Se extrañará esa columna, que ahora está vacía.
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