La campaña en Manizales viene con los motores tibios. Se mueve más de la cuenta pero no calienta. Nos gusta es mover la maquinaria en frío, entre secreticos, en reuniones privadas, a punta de rumores, calculando fríamente los acuerdos. Nada se calienta porque calentarnos sería hablar de los temas, y hablar de los temas es comprometerse, y comprometerse es malo para una campaña larga, y en campaña larga es mejor esperar qué tanto se compromete el otro. Que se caliente el otro. A esta altura, para la campaña todo y para la región nada.
Como siempre, cada 4 años, tememos que los temas queden en segundo reglón y que de nuevo otros gobiernos regionales empiecen a la ligera, como primero se les ocurra. Nos toca a veedores, a líderes gremiales y sociales, a periodistas y columnistas, empezar a ver cómo empujamos hacia los temas a los candidatos a la Alcaldía de Manizales y a la Gobernación de Caldas. Si mucho, nos irán dejando declaraciones y tuits con palabras preparadas, frías. A lo sumo lograremos algunas posturas sobre los temas de coyuntura, que se dicen fácil y que impulsan las emociones de momento que mueven los votos.
Nos dirán en palabras anchas y gigantes, a las que les cabe todo, cualquier cosa, que más transparencia, que más desarrollo, que más derechos, que más animales, que más bicicletas, que más obras, que qué bien lo hizo el que sale, que qué desastre lo que nos deja, que la nuestra es la nueva forma de hacer política, que la del otro es la vieja forma de hacer política. Pero ante las palabras agigantadas, necesitamos desde la ciudadanía la contrapreguntas correctas que las estrechen, que las incomoden. Hasta que nos vayan diciendo nombres propios y palabras apretadas, concretas.
En Manizales, a los candidatos tiene que quedarles estrecho e incómodo lo que nos digan del macroproyecto San José, del Instituto de Cultura y Turismo, del Cable Aéreo, de otro Plan de Desarrollo que parece quedar a medio cumplir, de un POT sin las normas que lo desarrollan y sin indicadores de gestión, de un Plan Maestro de Espacio Público que no existe, de un Plan Maestro de Movilidad que hoy parece un sueño impagable, de un pico y placa que cada vez prueba menos beneficios en las ciudades, de un parqueo en vía desbordado, de un sistema integrado de movilidad aplazado, de alto número de heridos y muertos en las vías, de una política LGBTI y de género que por fin parece despegar, de un Infimanizales que ha decidido dejar de apostarle a proyectos sin planeación, de una contratación directa que difícilmente baja, de una Alcaldía a la que todavía le cuesta usar el SECOP II y las guías de Colombia Compra Eficiente.
En Caldas, a los candidatos tiene que quedarles estrecho e incómodo lo que nos digan de la RAP del Eje Cafetero, del área metropolitana, de los proyectos para convertir a La Dorada en lo que todos necesitamos que sea, del futuro que se imaginan para la vía a Honda, para Autopistas del Café, para Pacífico 3, del Aeropuerto del Café, de un plan vial que todavía tiene retos, de las metas inconclusas en educación rural, de una Dirección Territorial de Salud desbordada en contratos directos de prestación de servicios, de una Licorera que queda dando ganancias en medio de la apertura de fronteras, de una página web con información pública completa pero que no todos han aprendido a usar, de la publicación de las declaraciones de renta de funcionarios, de una política en transparencia todavía con metas por cumplir y de una Oficina de Gobierno Abierto que queda de con el interrogante de si seguirá o no.
Como siempre, cada 4 años, los candidatos se terminan quedando sin tiempo, de tanto explorar alianzas, de tanto acordar los modos de operar, de tanto buscar “los mínimos” y los “acuerdos programáticos” con los demás grupos, de tanto engrasar la fría maquinaria. Llegan al final ya desgastados de tanto cuidar las formas, llegan ya sin la fuerza para agarrar el fondo de las cosas. En la ciudadanía está el deber de traer los temas al primer plano y mantener la campaña caliente, alrededor de lo que más importa, poniéndole calor a la maquinaria. Es recordarles y recordarnos que, en últimas, son los temas los que terminan haciendo posible los acuerdos entre quienes deberían estarse buscando, y son los temas los que terminan mostrando la incoherencia de quienes pactan solo en nombre de la fría maquinaria.
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