En una sola semana, la Alcaldía de Manizales pasó del infierno al cielo. Del panel de opinión de La Patria, en el que calificaron al Alcalde con 2,9 (sobre 5) en transparencia, pasó a la encuesta de Manizales Cómo Vamos en el que obtuvo una favorabilidad del 77%. Es como si se hubieran calificado a gobiernos distintos, como si la ciudad hubiera entrado en una especie de esquizofrenia.
Pero no, esta contradicción tiene sus explicación: son mediciones distintas que no se contradicen y que se complementan. También tiene su conclusión para los gobiernos y la ciudadanía: la favorabilidad no tiene nada que ver con la percepción de transparencia.
En primer lugar, la explicación. Hay que decir que las dos mediciones no son comparables, ni por la metodología, ni por las preguntas que se hicieron, ni por el universo de personas a las que se les preguntó. La Patria le preguntó a 55 personas de sectores específicos (gremios y periodistas) e incluyó preguntas precisas sobre transparencia, las cuales después fueron ponderadas con otras.
Por su parte, Manizales Cómo Vamos, como cada año, hizo una encuesta a una muestra estructurada de un poco más de 1.000 personas y en la pregunta puntual solo tocó la favorabilidad.
Ahora bien, cada medición partió de un presupuesto adecuado. De un lado, la medición de favorabilidad requiere de una muestra amplia, estratificada y probabilística, pues se está midiendo una percepción de ciudad. Del otro lado, la medición de transparencia busca sectores informados sobre la gestión contractual, la rendición de cuentas y el acceso a información pública (periodistas y gremios), pues en últimas se espera una calificación de quienes conozcan.
En consecuencia, se puede ver que sí es deseable que un gobierno reciba calificaciones positivas o negativas en una semana, sobre todo porque se contrasta una buena percepción general, de favorabilidad, con una mala calificación informada sobre transparencia. Así tenemos que el relato completo de la semana no es un gobierno con mucha favorabilidad. Es más bien un gobierno con mucha favorabilidad, pero mal calificado en transparencia y gestión contractual por sectores cercanos al tema.
En segundo lugar, la conclusión. La favorabilidad no tiene nada que ver con la transparencia. Así se debe tener en cuenta al abordar la discusión sobre los balances de final de año y de final de gobierno. De un lado, las faltas de transparencia, aunque pueden llegar a ser mediáticas con los escándalos, suelen ser de difícil de explicación, fácilmente ocultables con otras medidas de gobierno y, aunque afectan los recursos de todos, apenas se sienten afectados sectores muy concretos. De otro lado, las estrategias de transparencia suelen ser poco llamativas, poco espectaculares, muy técnicas y especializadas, y, aunque son beneficiosas para todos, apenas se sienten beneficiados unos pocos.
En esta medida, son excepcionales las veces que las discusiones sobre transparencia llegan a cambiar la percepción general que se tiene de un gobierno. Más difícil en regiones donde las entidades de control, llamadas a sancionar y condenar la falta de transparencia, dejan andar la impunidad, y en donde la gente cree que hacerlo es más importante que hacerlo bien. Como los gobernantes saben esto, poco se la juegan por encontrar las fórmula que logren que sus apuestas de transparencia se traduzcan en favorabilidad. Así la mayoría descuidan la transparencia bajo la confianza de que solo con las otras gestiones encontrarán la aprobación ciudadana. Ahora bien, a juzgar por la misma calificación de La Patria, pareciera que el Gobernador de Caldas sí ha encontrado la fórmula para que su política de transparencia, que en algunas cosas todavía está incompleta, se traduzca en buena percepción. Nos queda faltando alguna medición precisa y reciente que nos deje ver en qué anda su favorabilidad.
En conclusión, es necesario que la opinión pública cuente con otras mediciones que complementen la medición de favorabilidad. Para tener una opinión pública más equilibrada, para que los gobernantes no se crean la popularidad hasta el punto de no tener que mejorar. En el pasado ya tuvimos gobernantes con altos índices de favorabilidad pero con pésimos resultados en transparencia. Es preferible tener gobiernos que, al tiempo, vivan el cielo y el infierno de las percepciones. Para terminar, no se puede pasar por alto que Manizales Cómo Vamos también preguntó por otras opiniones que complementaran la alta favorabilidad de la Alcaldía. A la pregunta de si confiaban en el Alcalde, apenas el 32% respondió que sí. Lo dicho, el cielo y el infierno.
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