“Algo que el mundo necesita, es una forma mejor de articular nuestros debates democráticos”. Así comenzó Michael Sandel, profesor de la Universidad de Harvard, una de sus charlas TED más vistas por todo el mundo: ‘El arte perdido del debate democrático’. En ella, a partir de un acercamiento a la noción de justicia de Aristóteles, propuso un rescate de la filosofía moral como método para adelantar las discusiones políticas en las comunidades.
Con esta postura, termina proponiéndonos una dialéctica práctica, pues recomienda que quienes debaten deben siempre responderse dos preguntas: ¿Cuál es la esencia o el sentido de la actividad, norma u objeto que se está discutiendo? Y, ¿qué cualidades o valores referidos a esa actividad, norma u objeto son dignos de reconocer y honrar? Al interpretar a Sandel, se podría decir que cada debate social alcanzaría mejor articulación y desarrollo si se mantienen sobre la mesa estos interrogantes morales sobre el sentido de lo que se discute y sobre los valores a honrar en ello.
¿Este método de filosofía moral será una mejor forma de adelantar la discusión sobre las decisiones que la Alcaldía de Manizales y la Agencia Nacional de Seguridad Vial han tomado en señalización, velocidad y seguridad en las vías de la ciudad? Creo que sí. Al menos devuelve el debate al punto de partida correcto. Además, a algunos nos ratifica que estas decisiones municipales están yendo en la dirección política correcta, más allá de que algunos temas se puedan corregir.
Una primera conclusión es que en Manizales estamos haciendo políticas sobre las calles pero sin llevarlo a una discusión política y moral verdadera, en los términos de Sandel. ¿Cuál es el sentido o la esencia de una calle? ¿Cuáles son los valores o las cualidades que se deben honrar y reconocer en una vía? Son preguntas sin abordar colectivamente. Son preguntas que han sido propuestas en público de manera muy tímida por el gobierno, que a lo mejor arrancó sin explicarse, o de manera todavía débil por quienes desde hace meses insistimos en pensar mejor las calles en las que nos estamos muriendo.
¿Cuál es el sentido y la esencia de una calle o Avenida? Están quienes creen que el sentido de las calles es para ir de un lugar a otro de manera eficiente. Esta eficiencia puede ser menos detención, menos congestión. De alguna forma son quienes piensan, desde un enfoque económico, que los recorridos en menor tiempo son de menor costo y de mejor maximización para los ciudadanos.
Por otro lado, estamos quienes pensamos que la esencia de la calle está en su función de, primero, permitirnos llegar: llegar antes que rápido. Lo que puede traducirse en garantizar vías pensadas primero para la habitabilidad y seguridad del recorrido, y luego en la eficiencia. Son quienes queremos, desde un enfoque de derechos, poder llegar al destino con dignidad, con vida y completos.
Así pues, ¿qué valores o cualidades se deben honrar o reconocer en una vía? Quienes han dicho que la esencia de la calle es la eficiencia, tenderán a defender como valores viales una mayor velocidad y la no obstaculización, y posiblemente buscarán privilegiar los vehículos motorizados, incluso las motos, que son los llamados a honrar la velocidad. (Aunque ya aparecen estudios que muestran que las bajas velocidades garantizan más fluidez y eficiencia del tráfico)
Quienes hemos dicho que la esencia de la calle es su habitabilidad y su seguridad, tendemos a defender el rediseño vial que garantice más derechos para todos en la vía pública (salud, ambiente sano, reunión, recreación, etc) y menores riesgos ocasionados por la velocidad, sobre todo para los más vulnerables en la vía (peatones, ciclistas, niños y niñas, adultos y adultas mayores).
Sin tomar posición frente a estas preguntas, sin reconocer primero desde cuál marco moral nacen nuestras posturas, estamos discutiendo en las vías lo que no hemos resuelto en las mentes y voluntades. Hemos pasado a la implementación o a la crítica sin agotar primero una reflexión, colectiva o personal, que las explique. Por eso, en algunos momentos parecemos arrancar la discusión unos capítulos más adelante, sin haber pasado por el inicio.
Mientras se instalan o se critican los policías acostados, los bolardos o los 30 km/h como velocidad ideal, nos toca volver a las preguntas más fundamentales sobre el tipo de calles y de ciudad que queremos. Algunos creemos que vamos mejorando, moral y técnicamente. Tendremos que ver si se está contratando bien y si las muertes viales sí se reducen.
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