La palabra “albricias” es un arabismo incuestionable que expresa regocijo, júbilo o dicha suprema. Pronunciarla es la mejor alternativa cuando albergamos una emoción superlativa y queremos compartirla con igual sentimiento. Lástima grande que ha caído en desuso y en la actualidad buena parte de las generaciones ni la conocen. Sea este un motivo para presentarles esta hermosa expresión que junto a eureka, aleluya, yupi, hurra y la palabra hebrea shalom encierran inmenso significado.
Y es que hoy quiero gritar “¡albricias!”. Deseo hacerlo desde mi condición de maestro, de padre y de ciudadano, porque con esta máxima expresión celebro la llegada de los niños de cuatro años a las escuelas públicas de Colombia. Esta es una de esas bellas noticias que uno quisiera entregar a diario con dicha inmensa. ¡Es un momento histórico para la patria!
En nuestro país solo hasta hoy podían ingresar a la escuela los niños a partir de los cinco años, a no ser que sus padres contaran con tan buenos ingresos como para pagar ochocientos mil, un millón de pesos y hasta más por una pensión privada. Los infantes que no cuentan con este privilegio encontraban las puertas de la escuela totalmente cerradas a su curiosidad y desarrollo. Esto ha constituido una de las brechas de inequidad más grandes que un niño pueda padecer en Colombia, sencillamente porque estos años que comprende la primera infancia (entre cero y cinco años) son cruciales en la definición de estructuras mentales y neuronales en su desarrollo evolutivo. Bien lo ha afirmado la Unicef: “Más rápido de lo que habíamos pensado, los primeros años de la vida del niño sienta las bases de todo su crecimiento futuro”.
Por eso estamos hablando de un momento trascendental en la formación y en el desarrollo del niño, en el cual actividades tan simples como comer, jugar y amar se convierten en la fórmula perfecta hacia su felicidad y armonioso desarrollo. Raff Cavoukian, fundador de un centro de desarrollo infantil en Canadá, expresó con total acierto que “si cambiamos el comienzo de la historia, cambiaremos la historia entera”. Y ni que decir de los impactos para una nación en sus indicadores macroeconómicos, porque como la misma Unicef lo ha afirmado: “El desarrollo deficiente de un niño en la primera infancia puede acarrear enormes pérdidas económicas para un país, en la India por ejemplo esa pérdida equivale al doble del producto interno bruto destinado para la salud”.
Podría extender el artículo hasta fatigarlos dándoles razones de la sublime importancia que tiene para un ser humano, para la sociedad, para una nación y para el mundo la efectiva formación en la primera infancia. Lamentablemente en Colombia estos indicadores hasta hoy son absolutamente desfavorables, pues la cobertura en educación preescolar no alcanza el 25% y esto equivale a decir que las tres cuartas partes de nuestros niños de tres, cuatro y cinco años no cuentan con atención en educación formal ni con soluciones visibles a sus graves problemas de nutrición y a las condiciones de desatención desde la gestación.
Por eso no me canso de gritar “¡albricias!”, “¡albricias!”, “¡albricias!”. Ante una situación tan desastrosa como la que vivimos en primera infancia, llegar a este bello momento, recibir a estos pequeños en lo que debería ser para ellos un pedazo de su patria, es sencillamente emocionante. Convencido estoy de que han llegado para quedarse y que de allí no se irán sencillamente porque es el lugar donde debieron estar hace muchas décadas; además, ellos se encargarán de abrirles las puertas de su nueva casa a sus hermanitos de tres años, quienes aún viven la misma o peor tragedia.
Ojalá entre todos, autoridades educativas, padres de familia y principalmente maestros, nos encarguemos de brindarles una estadía confortable, alegre y placentera, y que esta deuda histórica que la patria tiene con estos niños empiece a saldarse con bellos y agradables momentos.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015