El 28 de noviembre del 2014 murió en México a los 85 años de edad el señor Roberto Gómez Bolaños, el popular "Chavo del ocho", el habitante pobre de un inquilinato o vecindad bajo el número ocho, el inquieto e inteligente niño habitante de todas las casas, callejero y líder de toda necedad, daño, jolgorio y cuya figura se hizo universal y se continúa en comics.
Logró crear un equipo de verdaderas estrellas de la actuación cuya presencia era la certeza de ratos de sana alegría, jolgorio para todos, aparición de hechos insólitos y a la vez de la diaria vida de toda comunidad humana, de convivencia cariñosa con la expresión de afecto, mal genio, explosiones de golpes pasajeros que se encadenan pronto con reconciliación y paz, anhelos permanentes de amor y celebraciones comunitarias; risas y llanto que tejen una historia vivida por muchos: aquí estamos seres humanos pobres de bienes con esfuerzos para pagar la mensualidad, pero ricos en cercanía, convivencia, creatividad para avanzar, unidad para que nadie pase hambre, lágrimas de ausencias y gritería feliz de reencuentros.
Todo ello condujo para que alguien anotara: como Shakespeare creó escenarios humanos de vitalidad y drama con sabiduría en el fondo así Roberto creó en sus escenas vitalidad creadora de humor en el amor; es como Shakespeare pequeño, bajo en estatura, un "Chespirito"; así quedó el sello para siempre.
Alguien más se atrevió a escribir sobre "la filosofía del Chavo" y sus personajes: Chapulín, Chapatín, Chómpiras y otros. Dichos como "no me tienen paciencia", "bueno, pero no se enoje", "fue sin querer queriendo", "no contaban con mi astucia", "me gusta la torta de jamón", son expresiones de contenido existencial diario que brotan y a la vez facilitan la diaria convivencia con expresiones de "golpes de grosería" pero nunca de odio, violencia destructora, heridas incurables.
Las fiestas "de la vecindad" llegan a ser expresiones de fraternidad cierta, cercanía que rompe barreras y hace olvidar los rugidos pasajeros de impaciencias pasajeras, unidad de explosivos y francos chiquillos, barreras de edad y temperamentos: todo se convierte en la vivencia de un evangelio escrito entre personas comunes y corrientes pero que llevan en su interior la riqueza de una perla brillante: el amor a Dios y al prójimo.
Uno de sus méritos es hacer humor sin burlas humillantes a nadie, sin alusiones morbosas a toda situación, sin chistes de talante inmoral para con nadie. Su escenario es fuente de risas finas y sanas, para todos y en toda situación.
Hacen posible lo que contestó el periodista José Alfredo Vargas al preguntársele sobre su vida matrimonial durable y feliz: "ha sido posible porque vivimos cada día con amor y humor". Lo encontramos en este "chavo".
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