Esteban Jaramillo
@estejaramillo
En Once Caldas el asunto es creer o no. Es esparcir optimismo, o declarar el quiebre de las ilusiones, a 12 puntos del cierre parcial de la competencia.
No hay estado de alarma, aunque el rendimiento es irregular, con defensa zarandeada, siempre en aprietos. El Once es uno de los pocos equipos armados en Colombia para atacar.
Varios de los restantes prefieren el repliegue furibundo, y el contragolpe veloz, con celosos vigilantes de medio campo, sin asco para pegar.
Con Bodhert es delgado el equilibrio entre las líneas y se sufre sin el balón. Mal gestionada es la nómina, con algunos futbolistas fuera de posición y precipitud en la boca del gol. Se juega con ansiedad por rivalidad, celos, o inestabilidad emocional que dan las entradas y salidas de la titular, sin justificación.
Dayro, por ejemplo, hasta ahora, no ha sido una solución. Ha conducido a algunos de sus compañeros al sacrificio. Evidente es que su puesto en la titular es por imposición, por su historia en el club, pero no por su rendimiento. Nunca se extinguirá su vena goleadora. Pero disminuye drásticamente, por la edad, los desmanes y los tiempos, su aporte en el juego grupal.
Ovelar, siempre diferente, mantiene su nivel. Su escudero ahora es Sebastián Hernández, con claros traslados y pases con asistencias. Qué injusta la anulación de la jugada, por él elaborada, previa al gol de Pablo Rojas, en el partido pasado.
Así está el panorama, con las posibilidades vivas de clasificar, aunque la confianza en el entrenador se mantiene en descenso.
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