En ocasiones reaparecen los viudos de poder en el Once Caldas, con reproches al manejo actual, pontificando con fórmulas para sacar el equipo del abismo. ¿Abismo?¿ Quiebra?
Son muchos de los mismos que impulsaron el Club al título de la Libertadores, convertidos luego en activistas del desastre por la inmadurez para manejar el éxito y el despilfarro vergonzoso de los recursos obtenidos. Pilotos incapaces en las tormentas, inhábiles para manejar la quiebra.
Tan acostumbrados todos, en la época, a las verdades a medias, endulzadas desde los medios, con despilfarros suntuosos que llevaron al límite la tolerancia de los aficionados.
Quince años después de la apoteosis, de la gloria, y del clima narrativo ligado al titulo de Copa, descrito con frases grandilocuentes por testigos oculares emocionados, la situación es otra. Difícil fue el camino recorrido para socorrer las finanzas del Club, que durante años amenazaron ruina. Por fin, un punto de equilibrio. Era un callejón sin salida el que, como herencia, habían dejado los directivos del desastre.
En un fútbol en crisis, el Once no rebosa en dinero o en poder de inversión, pero goza de buena salud, en sus cifras, según informe de la Superintendencia de Sociedades, con felicitación de por medio.
Mira ahora el Once la perspectiva de un nuevo proyecto. Con cinco jugadores nuevos, la consolidación de los jóvenes y renovación de aquellos que en el reciente ejercicio fueron útiles.
No puede predicar fórmulas nuevas, quien convivió con el fracaso y lo aprobó.
Aunque les duela, hoy no hay quiebra.
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