Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
Año fantástico, a pesar del triste cierre. Dadas las circunstancias, logros con beneficios, a pesar del escepticismo del arranque. El primer objetivo, salir del atolladero del descenso, se logró con creces.
Luego, la clasificación a rondas definitivas de los tres torneos, regreso a Copa, impulso a futbolistas jóvenes, fútbol atractivo, respetado y admirado, y el reencuentro con el público, tan distante, tan ausente en el pasado. Todo en solo 10 meses, como base para futuros contiendas.
Reflexiones sin pasión no ocultan la preocupación por los últimos partidos. En los duelos finales se vio un equipo desmotivado, desconectado, sin sorpresa, prisionero de su lentitud, tan diferente al de los compases anteriores. La cabeza parecía estar en otra parte, o algún conflicto interno, menoscabó la fortaleza del vestuario. Algo pasó porque no hubo ni jerarquía ni claras explicaciones por lo ocurrido.
Incapaz fue el Once Caldas de relevar a Lemus, quien a principio de temporada no figuraba en la agenda de soluciones, convertido luego en el goleador y emblema atacante del equipo.
Algo parecido ocurrió con Kevin Londoño, cuya ausencia fue sentida por todos, con evidencias negativas en la falta de relevos, por mucha voluntad que tuvieran los muchachos emergentes.
En el proceso de aceitar, de retocar el proyecto, varios son los descartes que se avizoran, porque llegaron, cobraron y poco hicieron. Complicada será la renovación de algunos préstamos o la conservación de aquellos que brillaron a lo largo del año así hubieran bajado, al final, su rendimiento.
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