Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com

Mucho se ha dicho, escrito y expuesto, en estos días, acerca del bullying en centros educativos y sus efectos en las personas involucradas; asunto en el cual, se ven implicados víctimas, acosadores, testigos, profesores, padres y madres, cuidadores, medios de comunicación y redes sociales.

Pero, ¿qué es bullying y cómo se manifiesta? El bullying se configura mediante actos repetitivos de amenazas, humillaciones, golpes, burlas, robos, intimidaciones e insultos. Su fin es hacer daño, generar miedo, dolor, retraimiento en los escenarios educativos, trasgrediendo los derechos humanos y los mínimos éticos.

A partir de las quejas o denuncias relacionadas con esta problemática, se conoce que estos actos de agresión son físicos, verbales, emocionales, psicológicos y sociales. También está el ciberbullying, el cual permite realizar y multiplicar, de manera rápida, los actos de burla y persecución; mediante las diferentes redes sociales.

Y mientras los acosadores quieren invisibilizar a algún compañero y maltratarlo haciendo uso de su poder y ausencia de empatía, los testigos participan sin asomo de pena o compasión. Triste panorama en el cual, todos los involucrados, tienen responsabilidades en lo que tiene que ver a los daños físicos y las repercusiones que todo esto genera en la salud mental de cada una de las víctimas.

Si bien, hay muchas teorías y explicaciones ante estos hechos, es necesario preguntarse:

- ¿Dónde están los padres tanto de los acosados como de los acosadores?

- ¿Qué responsabilidad tienen ellos ante hechos tan dolorosos?

En reuniones y asesorías oigo a padres o madres afirmar que ‘no tienen tiempo’ para estar con los hijos, porque deben trabajar para brindarles a ellos, unas condiciones dignas. Cientos de abuelos y abuelas de este país cuidan a los nietos, porque sus hijos ‘no tienen tiempo’. En este punto es necesario aclarar que cuidar no es educar.

Muchos adolescentes en asesorías se quejan de que sus padres están en reuniones de trabajo, sociales, en internet o en juegos en línea y aducen que ‘no tienen tiempo’, para escuchar y compartir con ellos.

Aducir que ‘no tienen tiempo’ para los hijos, invita a pensar si tiene sentido entonces procrear hijos bajo esas condiciones y dedicar todo el tiempo a trabajar para ofrecerles una vida digna. Quizá lo importante, lo fundamental sea, empezar por aprender y enseñar la dignidad, como valor fundamental en las relaciones familiares.

Es que traer hijos a este mundo implica responsabilidades afectivas, económicas, familiares, sociales y -de manera especial- éticas y morales. Es en el hogar en donde se debe dar comienzo a esta formación y, para ello, se requieren madres, padres y/o cuidadores que asuman tales responsabilidades. Dejarle esta tarea solo a los colegios y sus profesores, porque para eso se paga, como manifiestan algunos padres, es un acto irresponsable que tiene dolorosas consecuencias como algunas que hemos conocido en los últimos meses.

¿Y dónde están los padres?

* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales

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