El Partido Comunista no sería capaz de ganar la Presidencia, pero sin el Partido Comunista no sería posible la democracia. Cito de memoria esta frase del libro Anatomía de un instante, de Javier Cercas, que disecciona la tarde y noche del 23 de febrero de 1981 en España, cuando el Congreso de la naciente democracia fue secuestrado por un grupo de militares, nostálgicos de la dictadura.

Cercas confiesa que este ensayo es el fracaso de una novela. Dedica tres capítulos de prólogo a explicar por qué lo que se propuso como una ficción no pudo ser y terminó siendo más bien la interpretación de esas horas definitivas para afincar la democracia.

Se podría decir que hay un protagonista, Adolfo Suárez, a quien trata de chisgarabís, que llevó sobre sus hombros los cinco años de democratización del país, de sacar adelante los acuerdos, de proyectar el nuevo país con una constitución liberal y vigorosa, que motivó la legalización de los partidos y premió a las autonomías como forma de combatir los extremismos. Sin embargo, hay otros personajes clave, como el rey mismo, su secretario, el comunista Santiago Carrillo y los militares golpistas, y los no tan golpistas.

Como esas películas en las que se vuelve a la escena original cada tanto para desarrollar nuevas posibilidades a partir de un acercamiento a un detalle no percibido antes, Cercas hace lo mismo. Regresa a la imagen que se guarda en video y que se difunde cada tanto de lo que quedó de esa balacera en el hemiciclo donde ese día habría cambio de Gobierno. El momento en que Suárez se quedó en su curul, a diferencia de todos los demás, mientras sentía zumbar las balas a su alrededor. Esa escena engrandece a un político, que en ese momento había perdido todo el prestigio que se esforzó en construir durante años. Por eso salía del Gobierno, pero fue la oportunidad para pasar a la historia como mito.

Leer este libro en este momento fue una oportuna coincidencia. Fue impreso hace ya ocho años en España, pero apenas ahora se imprime en Colombia. Nos habla de esa España que ensayaba la democracia, con violencias terroristas cercando, con nostálgicos del falangismo, con la intención de llegar a un acuerdo como sociedad para avanzar en el camino, pero todo parecía irse al traste. Un ambiente caldeado, muy parecido a lo que sucede hoy en nuestro país, en donde los extremos parecen ganar la partida y una sociedad quieta, tranquilona, no se entera de que este remedio puede resultar peor que la enfermedad.

Ese instante que disecciona Cercas es clave en la España de hoy. Se atreve a conjeturar que sin ese intento de golpe de Estado que muchos esperaban, pero que no sabían cuándo, fue la oportunidad para que el rey mostrara que estaba dispuesto a jugarse el tipo -así lo dice- por la democracia; que los políticos acostumbrados a actuar, preferían también un Estado más liberal que el pacato y militarizado de antes, que la sociedad podía reaccionar, aunque fuera de forma lenta. Un interesante ensayo que nos trae muchas lecciones para épocas turbulentas como las que vivimos.

Me sorprendió ver la palabra verraquera usada por un autor español, es la primera vez que la leo escrita por un no colombiano. Al final una bella confesión de Cercas. Reconoce, tarde como todo hijo, la sabiduría de su padre, que de adolescente le negó.

En frases

* La novela es un género que no responde ante la realidad, sino solo ante sí mismo.

* La realidad adolece de una curiosa propensión a operar con lugares comunes, o a dejarse colonizar por ellos.

* Era un político puro, y un político puro no abandona el poder: lo echan.

* Era algo mucho más peligroso: era un idealista dispuesto a convertir en realidad sus ideales.

* La palabra reconciliación era un eufemismo de la palabra traición, porque no había reconciliación sin traición o por lo menos sin que algunos traicionasen.