Un libro para relajarse. Así es Canas y arrugas - anécdotas graciosas, la divertida obra del padre Jaime Pinzón Medina, que se decidió a contar historias recolectadas a través de los años de vida y apostolado.
Si su admirado Don Quijote de la Mancha es el caballero de triste figura, el padre Pinzón es más bien el caballero de alegre figura, aunque él prefiera decir que más caballero es su caballo, el Mono. La mala noticia, querido lector, es que este libro no se consigue. Es de circulación gratuita y los 400 ejemplares impresos están más que empeñados.
Los periodistas de LA PATRIA conocemos muy bien de la inteligencia superior, de viejo sabio, del maestro Don Cecilio, seudónimo que usa para las correcciones gramaticales, de precisión y ortográficas que nos hace llegar casi a diario. También es asiduo visitante de las páginas editoriales en La Voz del Lector, en donde, según el tema, firma como Observador católico, Lector, Suscriptor, Veedor, Ciudadano, Un profesor... Así también es el libro. "Mi hermana dijo, más o menos, que no soy monotemático".
El libro se divide en cinco partes: De la Arquidiócesis, Del Seminario, De la familia, Variedades y Miscelánea de anexos, esta última son textos publicados en LA PATRIA y El Andino.
- Cómo se decidió a meterse con estas Canas y arrugas.
En el 2001 comencé a anotar en papelitos, a mano, con mala letra, anécdotas que recordaba y las fui acumulando. Este año, por la pandemia, dije: Tengo tiempo, voy a digitar en el computador. Desarrollé los apuntes y salió el libro.
- El estilo es fresco, gocetas a ratos, pero con profundidad. ¿Pensó en escribirlo diferente o como le fluyó?
Así como me fluyó, pero en realidad los estilos míos son varios: hay un estilo más académico, tengo infinidad de apuntes de teología, de liturgia, de pastoral, unos publicados y otros no. Pienso hacer, si Dios me da permiso, tres folletos, uno de cada tema, ya en forma académica.
- ¿Pensó en los problemas que se podía meter al revelar datos, nombres de colegas? ¿Qué tanto se autorreguló o autocensuró?
Solo con una advertencia al principio del libro diciendo que algunas expresiones -vulgares, indecentes o discriminatorias- no corresponden a mi pensamiento, pero de resto, no. Creo que nadie salió ofendido.
- Aunque por ahí en un par de anécdotas advierte que mejor se guarda los nombres.
Ah, sí, digo el milagro, pero no el santo (risas).
- ¿Antes del 2001 dónde tenía esas anécdotas?
En el disco duro de la memoria. Gracias al maní, mi memoria es muy buena. Según los experimentos de laboratorio, el maní es lo mejor para la memoria, porque usted se come un maní y ahí mismo se acuerda de comerse otro (risas). La memoria mía ha sido excelente.
- ¿Dónde se consigue el libro?
La edición fue de 400 ejemplares, no son para la venta. Reuní unos ahorros y estoy regalándolo, primero al Presbiterio de la Arquidiócesis, somos 217 con el obispo. Segundo, a padres que fueron compañeros o profesores, sulpicianos, unos están en el Canadá, otros acá en Colombia. Tercero, a unos exalumnos míos del seminario, que ahora son padres de la Iglesia de Pereira, de Armenia, de La Dorada-Guaduas y de las cuatro diócesis del valle geográfico del río Cauca: Cartago, Buga, Palmira y Cali. Otros son para familiares y otros son para amigos, espero que me alcancen.
- Cuál es el mejor caballo para usted.
El mejor caballo, para mí, es el Mono, porque ya no estoy para caballos briosos, no he sido buen jinete. Aunque al principio era difícil, pero los años, la silla y el buen trato lo volvieron no un caballo, sino un caballero.
- Un consejo para los nuevos sacerdotes.
Es difícil de responder. En general, no me agrada dar consejos, pero...
- Pero si fuera una reflexión...
Confíen en sus formadores... préndanse del Espíritu Santo... sean devotos de la Virgen María... y conozcan la vida pastoral, en las parroquias, en las misiones, en los apostolados, a ver si realmente eso les agrada y se apuntan a ese apostolado, a esa misión.
- Qué importante...
Me acuerdo de un compañero del Seminario, Juvenal Alzate Botero, salamineño, actualmente párroco en Palmira. Recién ordenado él, nos visitó en Salamina y en la conversación algo mencionamos de las dificultades de la vocación y del Ministerio. Cogió el libro del Oficio Divino y dijo: "Esta es mi arma, esta es mi defensa, siempre lo cargo, siempre lo rezo": La Liturgia de las horas.
#HablemosDeLibros
- ¿Cuál recuerda como el primero libro que leyó?
En mi libro lo digo, que me leyeron junto con mi hermano: La casita andarina. Mi abuelita también nos leía el Catecismo en Estampas, que todavía lo tenemos en la casa.
- ¿De qué autor cree haberlo leído todo?
Tal vez de ninguno.
- ¿Cuál es su libro de culto, ese que siempre recomienda?
El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha.
- El libro que lo sorprendió.
Últimamente me agradaron bastante dos novelas de caballos, de Gonzalo Giner, veterinario y novelista español. Uno se llama El sanador de caballos y el otro, El jinete del silencio, pero este me contrarió, mucha violencia, demasiada sangre...
- ¿Qué libro se está leyendo en este momento?
Acabo de leer Crónica de un viaje, un librito, muy agradable de Fabio Vélez Correa, Por tierras de España, y me regaló también, Por tierras de Estados Unidos, que ya empecé a leer. También estoy leyendo una gramática latina.
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