Santiago Posteguillo ha caído en tentación. No es para culparlo, qué romanista es capaz de escapar a la seductora figura de Julio César. Roma soy yo es la primera de la que se anuncia como una saga en torno al más importante de los hombres del imperio, un personaje que era tan hábil en el foro como en la guerra y que le dio triunfos que hasta ese momento nadie más había alcanzado.
He perdido la cuenta de cuántos libros he leído sobre Julio César y diferentes periodos de su vida. Ya he escrito que soy apasionado de la historia romana, debe ser el sentimiento de culpa porque en Derecho Romano me fue mal, porque había mucho que memorizar y no se me daba eso. La lectura de la historia del imperio vino después y ahora me siento con la capacidad de pasar algunos exámenes, algunos. Así que, amigo lector, si usted está empezando a estudiar derecho, una buena forma de adentrarse en el Romano es la literatura. Lea, usted, además incluye un glosario de latinajos y términos que ayudan a la comprensión del texto. Los mapas también son de gran valía.
El autor de Roma soy yo es un avezado conocedor de la conformación de la República y del imperio, así como de todo el devenir histórico en la bota itálica y en los territorios conquistados por ese pueblo de guerreros, descendientes de Rómulo y Remo, es decir, de la mismísima Venus.
Así lo prueban sus exitososas novelas, las más conocidas las dos sobre la vida de la esposa de un emperador, Yo, Julia y Y julia retó a los dioses. Que se sumaron a las trilogías de Trajano y sobre Escipión el Africano y su legado.
Es que la vida de Julio César es de las más novelables que puede haber: el único hombre en una familia que representaba a los populares, sobrino de Cayo Mario, quien sin duda jugó un papel fundamental en la influencia del futuro gobernante romano y, además, que debió tomar decisiones difíciles cuando apenas era un adolescente, como enfrentar al temido Sila, archienemigo de su tío.
Lo interesante de esta obra de Posteguillo es que se adentra en el periodo más gris de la vida de Julio César, pues son los primeros 23 años, cuando poco se sabe de él. Apenas unas referencias y muchas contradicciones entre sus diferentes biógrafos. Hay cosas que parecen establecidas y hay hechos de los que se tiene certeza, pero no detalles.
Lo que hace el novelista es precisamente tomar lo que es cierto y llenar los detalles, así sea con otros elementos probados de la época y que ayuden a dar forma a la verosimilitud.
En los siete libros de la australiana Colleen McCulloug conocidos como los Señores de Roma, solo tres refieren en su título a este personaje: Las mujeres de César, César y El caballo de César, pero es infaltable su nombre en los otros cuatro de la serie, lo que demuestra la gran influencia de este personaje en ese momento de la historia y en el legado que nos dejó a Occidente.
Ella, la misma autora de El pájaro espino, es para mí la que mejor ha logrado contar la historia novelada del Imperio, pero Posteguillo se acerca raudo. Seguramente con lo que nos propone de Julio César será mucho más que una trilogía. Si se se tomó 750 páginas para esos primeros 23 años, que están contados en diferentes momentos, y que tiene de hilo conductor el juicio en el que fue vencido por representar a los macedonios contra Dolabela, imagínense lo que nos espera: el enfrentamiento con Pompeyo, la conquista de la Galia, su romance y acuerdo con Cleopatra y por supuesto su caída a manos de su favorito, Bruto. No se dejen asustar por el tamaño del volumen, tiene letra de buen tamaño, páginas en blanco entre capítulos y se lee muy fácil. Es rica la prosa del autor español.
Es una lástima leer pasajes de la historia romana y de su corrupción, de la justicia amañada, de las elecciones compradas y tener que hacer asociación de lo que sucede en la decadente dirigencia de nuestro país. Tantos espejos en dónde mirar que la debacle de las sociedades pasa por la corrupción y hacemos caso omiso, porque buena parte de nuestros líderes trabajan para su futuro y no por el bien común de un país que no termina de construirse.
Así que al leer de historia, se entiende también de las componendas de nuestro tiempo que nos tienen en esta Colombia de peleas entre unos cuántos, pero que nos involucran a todos. Porque contra todo, cuando Cayo Julio César decidió asumir el liderazgo de los populares contra las injusticias cometidas por los optimates y el mal reparto de las riquezas y los triunfos, fue una postura ética, la misma que les falta a tantos gobernantes y candidatos hoy por hoy. Por eso, leánlo y #HablemosDeLibros y de cuál es nuestro papel en los cambios de las sociedades.
Sobrero: Bien por la editorial Penguin Random House Colombia que abandona el uso de plástico en el empaque de sus libros. Otra forma de ayudar a reducir la huella de carbono de nosotros, los lectores.
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Subrayados
* Porque soy un líder, y un cónsul de Roma ha de saber cuándo tragarse su orgullo y pensar sólo en beneficio del Estado.
* Muchos que se autoproclaman líderes confunden lo superfluo con lo esencial, no se ocupan de lo que es en verdad importante y conducen a todos al fracaso.
* Solo los malvados o los imbéciles ponen la política por delante en tiempos de grave crisis.
* Hay que actuar siempre para evitar que el enemigo tenga leyendas en las que creer, en las que encontrar esperanzas.
* "La gente, el pueblo, se corrompe con tanta facilidad como los senadores".
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