Esta idea de creer que la cultura se hace con centavos, que las personas dedicadas a esas excentricidades del escribir viven del aire, de pensar que se debe agradecer que se patrocine la publicación de unos textos nos está llevando río abajo, muy abajo.
¿Cómo se le ocurre a Fernando criticar una iniciativa tan buena como la publicación de unos escritos de nuestra comarca? Debo advertir que hoy no me referiré a la calidad de la obra publicada, porque la mayoría no tiene tacha. Agrego que a tres de estos cuatro escritores los reconozco como mis maestros: Octavio Escobar, Octavio Hernández y Adalberto Agudelo. Además, vivo agradecido porque me favorecen con su amistad y la guía que me brindan cuando lo necesito.
Pero no puedo dejar pasar el año sin referirme a esta idea, que ahora se llama Libros al aire. Cada tanto resultan unos pesos en la Secretaría de Cultura de Caldas y entonces dicen: vamos a publicar unos libritos.
En esta oportunidad la idea es hacer algo al estilo de Libro al viento, que tiene Transmilenio en Bogotá. Aquí decidieron que las obras las depositarán en el Aeropuerto La Nubia para que los viajeros lean a nuestros autores. Y esa justificación está muy bien.
Vienen mis peros: no parece haber una selección objetiva para escoger a los autores o las obras de estos escritores escogidos. Me explico. Si hay una plata por qué no abrir convocatoria para que cualquier autor compita en igualdad de condiciones para ser publicado, un premio tan escaso en estos tiempos. Debe ser el vicio que se apoderó de nuestra cultura -en Caldas y en Manizales- de hacer todo a dedo.
Tanto los textos de Agudelo, de Escobar y de Hernández fueron publicados antes. De Vélez no me atrevo a decirlo, pues él siempre tiene un libro listo para publicar con cualquiera de estas iniciativas, sin falta.
¿Cómo los convocaron? Fácil, son escritores con recorrido y seguramente la calidad no va a ser cuestionada, pero ¿por qué no pedirles obras inéditas? ¡Ah!, porque entonces tienen que pagarles derechos.
Ahí viene mi segundo pero: ¿por qué la Secretaría de Cultura no les reconoce los derechos de autor a estos geniales escritores que se lo merecen?, y así no fueran geniales. Es su trabajo escribir y merece ser pagado. Es lamentable que se le birlen los mínimos derechos a los escritores con el sambenito de que los van a publicar. Ninguno de estos tiene problemas de publicación, pues no solo tienen obra extensa, sino muy reconocida. De hecho, varios textos de estos fueron premiados en concursos nacionales.
Tercer pero: No sabemos con exactitud en dónde fueron publicados estos textos antes, porque no hay una nota al pie que lo explique, y esa debía ser la función de un editor. Es una manera de reconocer también a quien antes se atrevió a publicar. Solo el cuento La ciudad sumergida, de Adalberto, tiene una nota de que ganó el premio Nacional de cuento Coomeva (1986).
Estamos en mora de que se recuperen los premios de literatura de Caldas. Para que se publique por méritos, no por recomendación o porque no nos ponemos colorados con los amigos, esos grandes escritores que tenemos en el Departamento y que no nos damos cuenta que valen oro por su pluma. Aquí vivimos un momento muy importante de la literatura colombiana y son nuestros paisanos parte de ese momento.
La cultura de lo gratis en esta ciudad está alargando la historia del artista mendicante, y no hay razón para ello, porque la calidad vale y se debe reconocer lo justo. Es una lástima que la propia institución que debe propender por la defensa de la cultura se salte estos mínimos actos de justicia. Ojalá se corrijan estas fallas para los otros números que faltan.
Nota: al menos la Secretaría de Cultura de Caldas intentó hacer algo por la literatura, porque el Instituto de Cultura de Manizales no se interesa por nada de las letras.
En frases
* "Un pueblo con las ventanas cerradas es más solo que ese mismo pueblo con las ventanas abiertas". Octavio Hernández Jiménez, Cartas a Celina.
* "Manizales es una ciudad maravillosa. Si la miramos en el mapa de la tierra no veremos más allá de la diminuta punzada de una aguja". Adalberto Agudelo Duque, Manizales al vuelo.
* "La vista casi ilímite del Valle del Cauca, con encendidísimo atardecer programado, entra en la categoría de servicio público". Octavio Escobar Giraldo, Viaje de consolación.
* "Cuando las dos nacientes vidas fueron devoradas por la muerte, un sentimiento de culpa se apoderó de Gabriel". Fabio Vélez Correa, Un mundo extraño.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015