Ahora comenzaron a aflorar los sofistas baratos, de baja estofa, con digestión intelectual difícil, dueños de un discurso que parece muy coherente, como todo lo que se hace con milimétrico cálculo en la política-trampa. Esa combinación explosiva que es un mondongo de ideologías aparentes, fanatismo extremo y falsa promoción de una política que no es segura, ni es de centro, ni es democrática.
No había sido suficiente con el desafuero total cometido, cuando una parlamentaria, bastante cuestionada por demás, María Fernanda Cabal, dijera sin sonrojarse que: “la masacre de las bananeras fue otro de los mitos históricos que traen siempre en la narrativa comunista”(sic), desconociendo la historia y con eso, irrespetando la memoria de los centenares, miles de trabajadores de la United Fruit Company, que en el gobierno de Miguel Abadía Méndez fueron vilmente asesinados, para reprimir el derecho sindical a la huelga, que tenían los trabajadores, esos que fueron conocidos como los “proletarios sin tierra”; por aquella época, tratados como esclavos.
Sobre ese acontecimiento siniestro de nuestra historia, quedaron para la eternidad los informes periodísticos y las referencias a la misma en “Cien años de Soledad” y en “La casa grande” escritos por García Márquez y por Álvaro Cepeda. “Negro sobre blanco”, para que a ningún ignorante atrevido, le queden dudas.
Después para seguir el espectáculo de la más atrevida ignorancia, de la falta de sensibilidad humana, siguió con el cuento de que la ONU era una organización de izquierda a la que pertenecían fuera de los países democráticos que conocemos, “China y la Unión Soviética”. No se pueden olvidar las afirmaciones grotescas e insensatas, con las que se alegraba por la muerte de Gabo, trinando que “pronto estarán juntos en el infierno”, refiriéndose a una fotografía en la cual nuestro Nobel de Literatura estaba con Fidel Castro. Menos aún, que despreciara desde su bien acomodada ignorancia a los estudiantes, cuando en el Día Nacional de las Víctimas, les grito “estudien vagos”. Y eso, no porque quisiera que esos muchachos fueran a ser tan ignorantes como ella.
Llegó al paroxismo de su demencial comportamiento, de su racismos y diferencias de clase, cuando afirmó: “Si uno pone a trabajar a los negros se agarran de las mechas”, violando principios vigentes en la Constitución. Pero no contenta con eso, convirtió a nuestro glorioso Ejército, una institución emblemática, en un “nido de asesinos sin tripas”, cuando sin importarle, los ofendió diciendo: “El Ejército no está hecho para ser damas rosadas. El Ejército es un arma letal de combate que entra a matar”. Que esta señora no haya estudiado mucho, no es el problema. El problema es que una persona de tan bajo talante y tan poco talento, pueda manchar los recintos del Congreso.
No son menos desafortunadas las afirmaciones de su compañera Paloma, una patoja descolorida, que propuso dividir el Departamento del Cauca entre “mestizos” e indígenas. Toda una absurda propuesta de quien se manda la “mano firme” al pecho, pero parece no tiene “corazón grande”, ni chiquito.
Atrás, no se quedó el antiguo “carga maletas” de Zuluaga, Carlos Felipe Mejía, cuando le faltó al respeto a los pastusos por sus representaciones en el Carnaval de Negros y Blancos. Ni qué decir de Macías, con la que se puede escribir un libro sobre la ignominia y la estulticia.
No podía haber nada peor. Estaban callados. Entonces apareció José Obdulio Gaviria, el primo hermano del narcotraficante y terrorista más grande que ha parido el mundo, Pablo Escobar, para afirmar sin sonrojarse, con ese tono de pedante amoral que lo caracteriza: “Desconocer el conflicto es una posición basada en hechos” e insistir en que en Colombia no existe conflicto armado, es científicamente comprobado. Todo en apoyo de Darío Acevedo, “un científico de las ciencias sociales” postulado para ser director del Centro Nacional de Memoria Histórica.
No podemos soportar más a esa gente haciendo política y manejando el país. Tenemos que acabar esta guerra insensata promovida por guerreristas, que ni van a la guerra, ni ponen los muertos. Colombia no merece ese miserable destino. Quieren hacerle un robo artero, un raponazo a la paz.
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