La Unión Europea (UE) con 512 millones de habitantes, equivalentes al 7% de la población mundial, siendo la tercera región más habitada del planeta después de China e India, y una potencia cultural dada la diversidad de pueblos que la conforman, pese a las dificultades por la salida del Reino Unido (brexit), cuyo mayor impacto sería para el ingreso y el empleo de Irlanda, busca fortalecerse no solo creando condiciones de libre desplazamiento de ciudadanos mediante una política migratoria eficaz y de empleo no discriminatorio, sino también promoviendo un mercado único fuerte y un crecimiento sostenido, amigable con el ambiente.
En un escenario donde grupos económicos y clases sociales condicionan la hegemonía política del proceso de internacionalización del capital, el brexit, el distanciamiento de Trump en temas como la OTAN y la política rusa como amenaza de dependencia, además del panorama contingente por la guerra económica de Estados Unidos extendida a China y a sus propios socios del TLCAN, la UE ha emprendido una refundación para prevenir su segregación, y ha optado por una nueva geopolítica, donde la clave estaría en el acercamiento a otras superpotencias asiáticas, e incluso a América Latina y África si es que el nuevo orden económico también favorece estas dos regiones en esa nueva correlaciones de fuerzas.
Según un estimativo del Fondo Monetario Internacional, la República Popular China, la Unión Europea UE y los Estados Unidos de América, han ocupado en 2018 el primero, segundo y tercer lugar por su producto interno bruto (PIB) a valores de paridad de poder adquisitivo (PPA). Las cuantías en billones de USD que en su orden son de 25,2, de 21,9 y de 20,4, en conjunto representan el 51,3% del PIB PPA global estimado en 130,8 millones. Para entender los desafíos de la Unión Europea, veamos más de estas tres superpotencias:
Primero, la UE que con el Reino Unido representa el 15,6% de las importaciones y exportaciones globales y con el brexit descendería al tercer lugar por PIB PPA al perder el aporte de USD 3 billones de la novena economía del planeta, pese a los costos de la segregación que recaerán en ambos lados, continuará soportando su modelo económico en una política de crecimiento económico con inversión en transporte, energía e investigación, y su compromiso de reducir las emisiones de gases de invernadero e impactos ambientales, ajustada a las determinantes globales de su nueva realidad económica, política y cultural.
Respecto a China, que desde la introducción de las reformas económicas de 1978, pese a ser una superpotencia emergente, ha sido la economía de crecimiento más rápido del mundo y se ha convertido en el mayor exportador de bienes, en menos de tres lustros podría convertirse en el líder de la economía mundial. Este éxito, es el fruto de una serie de reformas económicas, mediante las cuales el Partido Comunista liderado por Deng Xiaoping, emprende el desmantelamiento de la economía planificada heredada de Mao Tse-Tung, para implementar otra que no riñe con el mercado.
Y en cuanto a los Estados Unidos, la principal fuerza capitalista del planeta, cuya economía mixta capitalista (libertad y proteccionismo), caracterizada por los abundantes recursos naturales, una infraestructura desarrollada y una alta productividad, le ha permitido desde el siglo XIX ser el pionero en la investigación científica y la innovación tecnológica, además de ser líder en la economía del conocimiento y haberse convertido desde comienzos del siglo XX en el principal país industrial, es hoy el importador de bienes más grande a nivel internacional, el tercero en exportaciones, y el séptimo país por renta per cápita según el Banco Mundial (2014).
Para actuar con protagonismo en este marco geopolítico, caracterizado ya por la libertad de mercados, o eventualmente por una crisis cíclica profunda de la economía global que obligue a una reestructuración en base a bloques regionales, se espera que la UE logre consolidar una Europa más fuerte en el plano internacional, que previendo las dinámicas internas que puedan debilitar vínculos entre sus miembros, logre sortear la incertidumbre por corrientes políticas de tendencia populista que alimentan sentimientos nacionalistas, y la desconfianza de las élites europeas en relación con la integración y los valores de la democracia liberal.
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