En nuestra cultura, a veces tan inculta, son superescasos los que llegan preparados para la muerte o para un duelo.
¿Cómo se prepara uno? Ante todo con una vida vivida en verdadero amor, consciencia y coherencia.
Lo que más hace daño no es la muerte misma que es un paso entre vidas, ya que solo muere el cuerpo.
Lo que más duele es ”amar” con apegos dependientes que llevan a sentir un vacío infinito o que ya la vida no tiene sentido.
Es cierto que la separación física trae dolor, pero el amor auténtico es libre, liberador, y se puede amar sin cuerpo.
De hecho, a Dios lo amamos y no tiene cuerpo. Aprendes a amar sin cuerpo si te lo propones.
Además de los apegos, es terrible hacerle el duelo a un muerto. Hazle al duelo a un ser que vive. No hables de muertos ya que no existen.
Es claro que siendo muy espiritual eres más resiliente y sales adelante. Ten presente a Dios en tu diario vivir. Pocos lo hacen.
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