Según un cuento egipcio un ataúd examina su realidad y después de pensar mucho habla así:
“Quien me hace, me abandona; quien me compra, no me usa; quien me usa no me ve ni me valora”.
Hace años entré por un rato a un ataúd para tener una sensación inesperada, La verdad, no lo recomiendo.
Es que me gusta vivir experiencias que se salen de lo común y que siempre te dejan valiosas lecciones.
Es bueno tomar la vida como una aventura en la que exploras cosas nuevas y te atreves a hacer lo que a otros les da miedo.
De niño arreglaba las flores en las tumbas altas de un cementerio y ayudaba al sepulturero a sacar los huesos de ataúdes podridos.
Eso me ayudó a no tenerle miedo a la muerte y a verla como un simple paso entre vidas.
Recuerdo al sabio amigo Álvaro Pío Valencia de Popayán a quien le pregunté ya anciano.
- ¿Y cuándo llegue la muerte que hará?
- Sacarla a bailar, fue su hermosa respuesta.
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