Muy estimado Sr presidente:
Hemos llegado los colombianos dos largos y tormentosos meses de pandemia, por una trágica plaga que le cayó al mundo en los momentos más inesperados y que está dejando una secuela terrible en la vida diaria del mundo entero y cuyas consecuencias finales aún desconocemos.
Damos gracias a Dios por tener en estas aterradoras circunstancias a un joven brillante y decidido como usted para dirigirnos, con una amplia experiencia en administracíon, y jugado a fondo para enfrentarse a la plaga de la coronavirus que nos tiene en estas circunstancias tan dolorosas.
En este país tan complicado, a pesar de las angustiosas circunstancias, siguen rondando algunos politiqueros con su estigma antipatriota, agarrados como buitres, sin tener en cuenta a los millones de pobres mendicantes que necesitan de ayuda inmediata, antes que las peleas de ambiciosos aprovechados de la miseria ajena.
Las duras pero necesarias decisiones tomadas por el gobierno han sido aceptadas en la mayoría de los colombianos, y sus órdenes acatadas.
Hemos cerrado filas a su alrededor, y estoy seguro que así seguiremos hasta el final, que tiene que ser favorable, porque lo que nos estamos jugando es, ni más ni menos, la suerte de la humanidad. Lamentablemente estamos plagados de locos en diferentes partes del mundo, como el pelirrojo y peligroso Trump, el orate más orate del mundo, el insano presidente de Nicaragua y el desafiante presidente del Brasil, que se da el lujo de pasear en bicicleta acuática por las calles de Sao Paulo en medio de los miles de muertos de su mismo pueblo. Muy dificil mantener el orden con personajes de esa calaña.
Los resultados de esta guerra van dejando hasta ahora resultados alentadores en nuestro pais, gracias a usted doctor Duque y a su gobierno. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, y quizas con las mejores intenciones, usted ha tratado de explicarnos a los viejos de más de sesenta años que debemos permanecer enclaustrados hasta el fin de los días, esperando a que más temprano que tarde vamos, como el hijo desobediente, a dar cuentas al creador.
Recuerdo ahora a su padre, el muy importante Iván Duque Escobar, a quien tuve el gran placer de atender en mi finca de Manizales, quien al preguntarle con admiración por el gran número de puestos públicos que había ocupado, me contestó con cierta sorrna: Jaime, ten en cuenta que todos los puestos han sido nombramientos hechos por los presidentes de la Repúblicca y no por votos. Es que yo soy nombrable, yo no soy elegible.
Para terminar, quiero transcribirle el sentir de los viejos que queremos enfrentar a la parca de pie y con la frente en alto. Déjenos cumplir nuestro último deseo que ya falta pocos tiempo y su padre nos está esperando.
P. D. La solvencia económica consiste en tener la capacidad de para pagar los impuestos que no tendrías que pagar si no tuvieras la capacidad para hacer el dinero con qué pagarlos.
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