Cuando un presidente de la República selecciona las personas que han de representar al país en los foros e instituciones donde se debaten los problemas más apremiantes del mundo, pensaría que elige a aquellos con quienes comparte el ideario filosófico que ha de guiar las posturas de la nación. Pienso además que tiene, o al menos debería tener, mucho cuidado en que estos funcionarios gocen de las más altas calidades éticas y morales. Es Colombia la que se exhibe en esos escenarios, y su credibilidad la que está en juego.
Dice el canciller Holmes Trujillo, que las posturas y convicciones personales del nuevo embajador ante la OEA no deberían preocuparnos, su obligación es defender un guión escrito de antemano, su campo de acción es por lo tanto bastante limitado reduciendo al doctor Ordóñez a ser una especie de muñeco de ventrílocuo accionado desde Bogotá, un contrasentido a todas luces. El antecedente es bastante nefasto, primero como procurador y luego como miembro de la terna que se compuso entre los partidos de derecha, para escoger el precandidato a la presidencia en las pasadas elecciones; persiguió y fustigó sin compasión a quienes discrepaban de su dogmática manera de entender la vida, el poder y los derechos de la gente, muy especialmente de las minorías.
Alejandro Ordóñez fue destituido por el Consejo de Estado por las maniobras “non sanctas”, es decir corruptas, con las cuales se hizo reelegir en la Procuraduría General de la Nación. Uno se pregunta entonces cuál es el alcance de la anunciada lucha anticorrupción del presidente Duque, más aún luego de la histórica fotografía, testimonio de la reunión en la cual participaron todos los partidos políticos incluido el de las Farc para hacer un frente común contra éste flagelo. Aún si no se está de acuerdo con la decisión tomada por una de las instituciones de mayor jerarquía en la salvaguarda del orden constitucional; no por eso un presidente de la república puede exonerar a nadie y hacer caso omiso de la determinación tomada.
Circuló un correo en las redes sociales, una llamada de auxilio, de SOS, que buscaba recolectar firmas para que la designación de nuestro representante en la OEA fuera reversada, argumentando una serie de motivos de los cuales el que me parece más relevante, es aquel que tiene que ver con la decisión del doctor Ordóñez de “combinar todas las formas de lucha” para que Colombia sea un Estado teocrático de corte Lefebvriano con todo lo que de allí se deriva, estamos hablando pues de un fundamentalista que discrepa de la constitución y la ley, lo que lo invalida para representar un país laico que ha ido ganando terreno en el respeto de los derechos de la ciudadanía, y mucho más que debe ejercer su voz y voto para incidir en las políticas de orden internacional que coinciden con el mismo objetivo.
El riesgo es que perdamos legitimidad y nos convirtamos en una especie de palo en la rueda, sobre todo cuando estamos viviendo problemas de desconocimiento democrático y de derechos humanos en muchos países de América, también me preocupa el hecho de que en el alto gobierno conocen perfectamente quien es y que piensa Alejandro Ordóñez Maldonado.
P.D.: La caverna representando a Colombia: Alejandro Ordóñez y ahora Viviane Morales ante la república francesa y la OCDE.
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