“Lo mejor está por venir”. Con esta frase de pretensiones proféticas cerró el presidente Trump el tan esperado discurso sobre el Estado de la Unión ante el Congreso de su país. Muchos de ellos lo aplaudieron hasta el delirio y otros angustiados lo entienden como la precipitación del desastre.
La economía de los Estados Unidos sin lugar a dudas va bien, esa es la carta de presentación de una gestión que desconoce abiertamente los principios éticos más elementales, o que por lo menos se hace la de la vista gorda ante el anuncio de científicos, ambientalistas, dietistas, entre otros, que insisten, basados en el resultado de sus investigaciones, que de seguir así el futuro del mundo será un caos y la humanidad podrá seguramente fenecer con él.
Eliminar de restricciones a los combustibles fósiles que han sido regulados para disminuir la contaminación del medio ambiente, a las licencias ambientales de las mega obras proyectadas en los Estados Unidos que puedan perturbar el desempeño responsable de la naturaleza, a la alimentación en los colegios del país que se hace hoy por hoy siguiendo pautas nutricionales indispensables para el desarrollo saludable de los escolares del país, que por esta razón abrirán las puertas a la comida “chatarra”, negar el cambio climático, construir un muro en la frontera con México y así sucesivamente, un sinfín de exabruptos por el solo hecho de mover una economía de manera transitoria, porque aquella retórica de construir un mundo para que nuestros hijos y nietos puedan aspirar a una vida mejor entró definitivamente en desuso, importa solo el aquí y el ahora, sin visión de futuro.
Luego de los devastadores incendios “accidentales” o provocados acaecidos recientemente en la amazonia de Bolivia y Brasil, seguramente las fincas ganaderas y los cultivos de soya sustituirán la selva carbonizada, en consecuencia la economía de estos países se habrá de “disparar” y sus resultados altamente satisfactorios recibirán los aplausos de las élites terratenientes que apoyaron a Bolsonaro uno de los émulos de Donald Trump, precisamente para liberar de restricciones ambientales el extenso territorio que tiene por encargo ser uno de los pulmones más importantes del mundo.
No será mucho tiempo el que se necesita, de hecho la naturaleza ya ha venido extendiendo la descomunal factura que semejantes acciones están ejerciendo sobre la habitabilidad en nuestro planeta.
Nos estremecimos cuando los talibanes decidieron en el año 2001 implosionar dos colosales y milenarias estatuas de Buda en Afganistán, incluso el Vaticano ofreció comprarlas para impedir que se cometiera, como en efecto se cometió, tamaña profanación, igualmente cuando ISIS destruyó las históricas y también milenarias ciudades de Palmira en Siria, Alepo, la bíblica Ninebeh, el museo de Mosul entre muchas otras joyas de la antigüedad; siguiendo esta secuela de barbarie y tras haber advertido el impacto que para los pueblos tienen este tipo de afrentas Donald Trump amenazó a Irán con bombardear 50 lugares históricos importantes no solo para el Islam, como él pensó, sino para toda la humanidad, Trump puede que no sea estudiado ni culto, pero tiene la sagacidad suficiente para conocer la vulnerabilidad de los países y la gente.
El concepto de nación surgió como respuesta al régimen feudal que se hallaba conformado por pequeños territorios esparcidos por toda la geografía de la Europa Medieval, surgieron entonces las diferentes repúblicas con identidad propia resultado de siglos y siglos de elaboración cultural. El siglo XX avanzó de manera significativa con el proyecto del Mercado Común Europeo que propuso "disolver" las fronteras en aras de alcanzar un nuevo estadio de civilidad, los ciudadanos podrían moverse y trabajar libremente por todos los países del viejo mundo. Boris Johnson otro de los émulos de Trump y animado por el magnate, en un intento de disociar Europa para “eliminar” a uno de sus más fuertes “rivales” y mantener la hegemonía de su poder, “divide y reinarás”, logró hacer realidad el brexit a sabiendas del daño que le habrá de propinar a uno de los proyectos más ambiciosos y civilizados del mundo contemporáneo.
A estas alturas del artículo pienso que hay la suficiente ilustración y preguntarnos si ¿es cierto que lo mejor está por venir? o, si por el contrario estamos, de continuar como vamos, sumidos en un peligro irreversible. Es nada menos que la humanidad la que está en juego.
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