Con frecuencia se lee y escucha la frase: Aquí y ahora. Como es lógico, esta expresión define sin equivocación lugar y tiempo. Ni el pasado ni el futuro están implicados explícitamente. Pero están relacionados con el tiempo pretérito y el ulterior. El presente está cargado del pasado, historia y memoria, y es expectante al construir el porvenir.
La existencia del ser humano ha tenido filósofos y escritores que han analizado en profundidad los dilemas del pasado y los elementos que predicen el futuro, bajo diferentes aspectos: Unos comprensibles y otros que son tributarios de complejos estudios que merecen más de una explicación, no siempre literaria.
Cualquier persona con uso de razón, como la más elemental función psíquica del cerebro, es capaz de hacer un recuento de su pasado y de las relaciones que tuvo con su entorno, ya sea con los demás seres humanos o con el resto de los integrantes de la naturaleza.
El ser humano que tiene desarrollada y conservada su función mental también es propenso, más de lo que aparenta, a tener interés por lo próximo en el tiempo, ya sea en la cercanía o lejanía. 
No es raro conocer personas interesadas, más de lo que parece, en contactar mediadores para el futuro o el pasado con referencia a ellas y sus relaciones con algunos de sus semejantes, sean familiares o en perspectiva de serlo o sobre cualquier ser humano ligado a su vida. 
En este aspecto la credibilidad de quien consulta es importante para que los resultados se acomoden a sus propios intereses y ello es respetable, aunque no sea compartido. 
Una forma de predecir el futuro sobre un evento definido es la utilización de las leyes de probabilidades. Una de éstas ha sido convertida en realidad por Gregor Mendel, la cual determina la herencia básica de padres a hijos. Otras incluyen formas teóricas de manejar el error o acierto de un hecho futuro partiendo de elementos conocidos. Unas más indican una diversidad en el manejo de posibilidades de todo contexto, utilizando las matemáticas en sus diferentes expresiones. Sin olvidar la ignorada en unos casos, y en otros desafiada, Ley de Murphy.  
Brick Bradford, fruto de la invención y dibujo de William Ritt y Clarence Gray, apareció en 1933 como actor de una historieta fantástica, conocida en Colombia durante décadas. Se refería a la Máquina del Tiempo, Trompo del Tiempo por la forma, donde era posible ir al pasado o al futuro según el deseo del héroe. Además, la cinematografía ha tenido tema en innumerables y ficticios pero entretenidos viajes al pasado o en el embelesamiento con los cuadros del futuro. 
Acaba de ser anunciado en Scientific Reports, marzo 13 del 2019, el resultado de una investigación compleja, escrita por GB Lesovik, del Instituto Moscovita de Ciencia y Tecnología, con colaboradores de la misma y otras entidades, por medio de la cual fue posible retroceder en el tiempo, una diez mil millonésima de segundo. Física pura. Ello viene a reconsiderar la imposibilidad real, no ficción, del regreso en el tiempo. El futuro dirá qué tanta aplicabilidad tendrá el resultado frente a la vida de los humanos. Por ahora, a pesar de ser de reciente difusión, el trabajo ha despertado la controversia científica. 
La historia es el mejor vehículo para conocer el pasado. Un buen investigador debe conocer el manejo de la técnica para verificar y compaginar sucesos; descubrir en lo posible las facetas próximas y valederas de los personajes con sus entornos; este es el mejor mecanismo para regresar en el tiempo, ya que modificar los hechos con la ficción es fácil, pero los demás deben separar la verdad y así entender la base de lo que hoy existe. 
Cuando esa realidad desplace la futurología, ésta se impondrá, pero igualmente debe ser escudriñada con detenimiento, y aunque sea inadmisible con la razón de hoy, no se puede descartar nada por más inverosímil que parezca. Siempre seguirá siendo grande Julio Verne.