Las personas tienen tendencias e intereses: pocas o muchas, no existe nadie absolutamente plano salvo que tenga una enfermedad psiquiátrica. Unas conscientes y otras no, e igualmente unas las revelan y otras son guardadas dentro de sí, sin que su comportamiento indique a los demás sus especiales maneras de ser.
Unas de ellas son físicas, otras pueden ser mentales o espirituales. Aunque se presentan individualizadas muchas de ellas participan de todas las características enunciadas como un reflejo del actuar complejo de los seres humanos por más simple que parezca su vida.
Una de las propensiones de las personas es el conocimiento de su cuerpo y su mente, lo que el tiempo ha hecho más evidente. De una posición aparentemente pasiva se ha llegado a una activa predilección por saber más sobre la biología de su organismo: anatómica, macro o microscópicamente; también fisiológicamente, y especialmente la manera de discurrir de sus procesos mentales incluyendo sus resultados que imprimen las directrices del comportamiento que abarca hasta el aprendizaje.
Toda necesidad de saber más ha tenido aliados cada vez más técnicos que le facilitan estar al tanto de infinidad de temas, lo que no sucedía hace 20 años. La restricción del conocimiento llegó a ser tanta que se consideraba que quien lo tuviera actualizado dominaba en su círculo social cercano o en la generalizada sociedad.
Por las razones expuestas y otras que son comprensibles de acuerdo a diferentes variables personales entre las cuales se destacan los derechos innatos, el grado de instrucción o el entorno en el cual se hallan las personas, las ciencias que engloban el concepto de salud ocupan el primer lugar dentro de los intereses de los seres humanos observados individualmente o en conjunto dentro de las comunidades a las cuales pertenecen.
No son solo las enfermedades o la ausencia de ellas, van más allá los intereses como son la nutrición, el techo, el trabajo, la educación y la recreación como partes de un concepto total plenamente validado.
De lo que antes era un principio mediante el cual no se indagaba nada sobre sus enfermedades y se aceptaban las decisiones absolutas que se tomaban sobre las personas con relación al diagnóstico, tratamiento, evolución y rehabilitación, se ha pasado a una necesaria y amplia información al paciente, sus familias o sus tutores, según sea el caso.
Por ello los medios de comunicación masiva han detectado la afinidad por éstos temas y van a fuentes científicas de primer orden y a otras de dudosa calidad, muchas veces sin un análisis de lo que se comunica desde las páginas especializadas, que en la mayoría de los casos son el producto de procesos investigativos de alta complejidad y pasará tiempo para que lo informado sea aceptado formal y universalmente, en una aplicación útil conservando la veracidad de lo enunciado.
Generalmente lo divulgado es retomado por otros grupos de investigación para desarrollarlo o complementarlo o mostrar otras facetas. También lo pueden refutar total o parcialmente. Igualmente, si es adecuado, la industria lo incorporará en sus cadenas de producción hasta llegar a otras entidades investigativas o definitivamente lo producirá directamente para la sociedad.
El cáncer; las dietas; la prolongación de la vida; la erradicación o control de las infecciones ya sea con o sin vacunas; enfermedades crónicas como el parkinson, el alzheimer u otras degenerativas del Sistema Nervioso; las terapias de cualquier índole y así, podría enunciarse una lista larga de procesos atractivos a la comunicación o a la instrucción.
Hace muchos años el médico cirujano colombiano Alfonso Bonilla Naar, promocionó una terapia intensiva de mezclas con bases inmunológicas para tratar el cáncer, a través de aplicaciones generales o locales. Los resultados eran controversiales y en ciertos círculos académicos se le observaba con desdén. Ahora artículos basados en ciencia pura apuntan a la inmunoterapia, empleada en 1975/1997, contra el cáncer, la cual comienza a ser efectiva en ciertos casos. Sigue existiendo el arsenal con la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia y la terapia hormonal, todas con diferentes estrategias. Solo el médico podrá definir el rumbo.
Nota: Manizales: académica y socialmente universitaria.
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