El maestro Emilio Quevedo Vélez completó su ciclo dentro de la Cátedra Regional de Historia, organizada ejemplarmente por la Corporación Piedramaní, bajo el auspicio de varias entidades encabezadas por la Universidad de Caldas.
El profesor Quevedo es Doctor en Ciencias Sociales, actualmente vinculado a la Universidad del Rosario. Principal investigador y autor del libro Historia de la Medicina en Colombia, el mejor libro integral sobre el tema publicado hasta ahora en el país.
El doctor Quevedo disertó sobre: Una pandemia que suscita una mirada a la salud pública en Colombia. Su figura patriarcal, el conocimiento que tiene y su manera de exponer hizo amables las horas empleadas en sus análisis, que partieron desde antes de la Conquista hasta llegar a las crisis actuales profundizadas en parte por la infección del virus Corona 19. Coincidiendo con él cuando plantea que los problemas de la salud en el país, y dentro de ellos los de atención médica y complementaria, vienen de vieja data.
Explicó el médico Emilio Quevedo el daño inmenso del neoliberalismo y su influencia en la salud pública. La privatización de la atención médica, con enormes imperfecciones, en aras de una pretendida cobertura, quedando bajo la responsabilidad directa del Estado una pequeña franja de ciudadanos. Entre los ministros de salud esbozados mencionó a dos neoliberales con sus decisiones y aspiraciones
El conferenciante desarrolló varias facetas interesantes, a las cuales previamente se ha referido esta columna, entre ellas las enfermedades tropicales; la injerencia de organismos transnacionales, especialmente norteamericanos; el manejo de la salud pública y la educación médica; el indispensable componente social de las ciencias de la salud con sus programas y ejecutores; la atención primaria y medicina comunitaria; la controvertida autonomía médica; y los pésimos registros de los indicadores de salud. Expresó verdades a raudales.
Se puede estar o no de acuerdo con el profesor Quevedo en los temas, pero fue demoledor cuando afirmó que la preparación actual de los médicos es como si los estuvieran capacitando bajo la concepción de mecánicos automotrices del cuerpo humano. Comparó con el paciente que conoce su cuerpo y su padecimiento, agregándole al expositor que el enfermo es quien sufre y entiende su dolencia íntimamente, por más analfabeto que sea.
Igualmente hizo otra aseveración radical: las facultades de medicina son un desastre, refiriéndose a la pésima calidad de las mismas, sin diferenciar entre estatales y privadas. Este planteamiento, expuesto por el profesor Quevedo Vélez, merece una detenida reflexión en la cual deben participar los académicos, los médicos, las instituciones y la comunidad.
Muchas veces se ha insistido en la necesidad de estudiar la calidad del ejercicio de la medicina, a lo que ahora se deben agregar otras disciplinas relacionadas. Aparentemente, por un lado van las universidades con sus escuelas y por otro la manera como se ejerce en la actualidad una profesión. La realidad escueta es dolorosa.
El profesor Quevedo hace hincapié en la necesidad de que los estudiantes tengan formación en lo social y cultural. Teniendo toda la razón, habría que añadir política y economía, extendidas a todos los programas profesionales.
En los verdaderos centros de formación quienes cumplen funciones académicas deben realizar acciones permanentes de mejoría, buscando lograr un mejor egresado, y no simplemente vanagloriarse de calificaciones previas. No es solamente una certificación estatal de calidad; muchas veces de lo escrito a la realidad hay mucho espacio.
No hay escuela de medicina absolutamente inmejorable; los matices son la esencia. También hay que tener en cuenta que buenos y malos profesionales egresan de todas las escuelas.
Nota: Manizales, Ciudad Universitaria, debe tener los mejores estándares académicos.
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