En julio próximo se cumplirán 39 años de una excursión de abogados colombianos a Cuba (julio de 1980), en la que participaron veinte-y-tantos manizaleños, entre ellos este cronista, habilitado para el caso como abogado y manizaleño, por generosidad de los participantes. Entonces no se permitía a los turistas visitar la isla individualmente. El itinerario era Manizales-Bogotá-Panamá-La Habana.
En el aeropuerto Tocumen, de Panamá, hubo un retraso notable, porque el vuelo de British Airways que hacía la conexión a La Habana estaba varado en Madrid, por mal tiempo. Ya se habían recorrido bares, almacenes y restaurantes, y amenazaba la impaciencia de los viajeros, cuando Arturo “Tuto” Giraldo Jaramillo hizo un redondel con las maletas en el salón principal, semejante al de las galleras, para hacer una demostración de sus habilidades de culebrero, que disfrutó admirado un nutrido público de curiosos. Finalmente, el avión salió a medianoche, justo para disfrutar del espectáculo del amanecer en la isla, cuando la nave se aproximaba al aeropuerto José Martí.
Indescriptible la belleza de nubes y arreboles, posados sobre el mar de azul intenso y las playas blancas. Alojados en el Hotel Nacional, cuando “Tuto” y su esposa bajaron al restaurante para desayunar, en el momento de saludarlos efusivamente los compañeros, aquél advirtió: “No me sacudan mucho a la Monita, porque creo que está embarazada”. “Si, ¿y cuánto tiene?”, preguntó alguien. “Por ahí una hora”, respondió muy serio.
Puntual llegó la guía a las 9 de la mañana, para informar que el bus estaba listo para iniciar el tour. Era una hermosa trigueña agitanada, de mediana edad, grácil figura, cabello negro azabache y unos inmensos ojos color miel. Se llamaba Ana María Trujillo. ¡Cómo olvidarla! El bus, de fabricación japonesa, muy confortable, disponía de un puesto especial para la guía, provisto de micrófono para que Ana María informara con detalle acerca de todo lo que se presentaba a través de los panorámicos vidrios de las ventanillas. Ella hablaba con un seseo andaluz delicioso.
Algunos turistas, prevenidos por la propaganda de gringos y “gusanos” acerca del deterioro de Cuba, por buscar miseria dejan de advertir que las edificaciones contrastan con estilos arquitectónicos de diferentes épocas, algunas deterioradas en el lucimiento externo, pero todas limpias. Y la vista general es fascinante, con el impresionante mar Caribe de fondo y las playas con escasos bañistas, sin el acoso de vagos y vendedores de chucherías. Los vestigios de las viejas murallas evocan épocas románticas y heroicas de piratas y bucaneros. Por calles y avenidas bien arborizadas corre una deliciosa brisa. Los escasos automóviles de modelos lejanos se muestran bien conservados. Y las “guaguas”, semejantes a las chivas colombianas, resoplan cansadas con su carga de bultos y pasajeros. Continúa.
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