El diario El Tiempo publicó, en su edición del pasado 18 de diciembre, una crónica escrita por Miguel Ángel Espinosa donde habla sobre cómo en Aranzazu el trastorno afectivo bipolar es una enfermedad con la que aprendieron a convivir sus pobladores. Siete años atrás, la revista Soho publicó un extenso informe de Marianne Ponsford con el título “Aranzazu: el pueblo de los bipolares”. Y, hace dos años, Noticias RCN emitió una crónica de Eccehomo Cetina donde, con el título “El pueblo de los locos”, recalcaba sobre el mismo tema. En esta población la comunidad es consciente de que muchos de sus pobladores sufren esta enfermedad. Tanta publicidad a un problema que viven muchos municipios de Colombia tiene estigmatizado a este pueblo de gente honesta y trabajadora.
¿En qué consiste el trastorno afectivo bipolar? El diccionario de la Real Academia de la Lengua dice que bipolar es tener dos polos opuestos. Los médicos sostienen que la persona diagnosticada con esta enfermedad tiene periodos de excitabilidad que conducen a la manía, que alternan con periodos de depresión. Es decir, presentan fluctuaciones del estado de ánimo que pueden ser, en determinado momento, muy abruptas. Pueden pasar, fácilmente, de la alegría a la tristeza. Reaccionan “ante los acontecimientos traumáticos, como ante las buenas noticias”. Pueden tener expresiones instantáneas de alegría, (gritar, saltar, reírse), o demostraciones inexplicables de dolor, (llorar, encerrarse). Según las estadísticas, en Aranzazu el 5% de su población sufre de este problema.
Lo que preocupa de los informes publicados por estos medios de comunicación no es tanto que Aranzazu registre estadísticas elevadas en esta materia, sino la poca atención que algunos pacientes reciben. En el municipio no hay un siquiatra de planta. Solo en algunas oportunidades ha contado con el servicio de una psicóloga. Si el trastorno afectivo bipolar se trata, el paciente puede tener una vida normal. Pero si no recibe la atención médica requerida el problema se agrava, porque la persona afectada entra en crisis maniaco depresiva. Y si no es tratada a tiempo, puede terminar suicidándose. Los pacientes con trastorno afectivo bipolar deben ser monitoreados todo el tiempo para evitar recaídas. Hay que aclarar, eso sí, que esta enfermedad es diferente a la esquizofrenia.
En las personas con trastorno afectivo bipolar los cambios del estado de ánimo pueden ser cíclicos. Comienzan a menudo con una angustia que termina en una depresión profunda. Conocido anteriormente como psicosis maniaco-depresiva, después de la caída del Imperio Romano se le identificó simplemente como melancolía. Incluso, como lo dice Marianne Ponsford, en la cultura helénica fue Hipócrates quien se entregó a su estudio. Pero antes de él, un médico llamado Areteo de Capadocia, que vivió en Alejandría en los años 30 a.C, escribió sobre la relación entre manía y melancolía. Es reconocido como el autor de algunos textos donde se habla sobre esta enfermedad.
Marianne Ponsford tomó como argumento para su crónica una investigación realizada por la Universidad de Antioquia donde se demuestra que el poblamiento de los pueblos del norte de Caldas, que obedeció al proceso migratorio conocido como colonización antioqueña, produjo relaciones endogámicas. Esta puede ser la razón para que se dé este fenómeno en Aranzazu. Que también lo vive Aguadas, donde hay diagnosticados 700 casos. Una cifra, desde luego, mayor a la de Aranzazu. Pero que en relación con el número de habitantes no alcanza el porcentaje preocupante que registra este municipio. Según el censo de 2005, Aguadas tiene 22.307 habitantes, mientras Aranzazu solo registra 12.181. El motivo, en todo caso, es genético.
Lo que preocupa a los habitantes de Aranzazu es que, cuando los medios de comunicación hablan sobre el pueblo, solo hacen referencia a este problema. Pocas veces muestran sus cosas positivas. Nunca dicen que es una población donde son escasos los homicidios, ni que es el pueblo que ha dado las mujeres más hermosas de Caldas, ni que su gente tiene un raro olfato para los negocios. Es decir, a los aranzacitas nos están estigmatizando. Lo afirma el médico Fabio Ospina Mejía cuando señala que esta enfermedad se presenta en todo el mundo, pero que solo se habla de Aranzazu como si otros municipios de Caldas no tuvieran el mismo problema. Eccehomo Cetina dijo peyorativamente que este es el pueblo de los locos. ¿No es esto, acaso, estigmatización?
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