Este segundo semestre sigue siendo atípico y difícil, pero tenemos luces de esperanza en el futuro próximo de que de una manera u otra nos hacen pensar que somos más fuertes de lo que siempre hemos imaginado. La producción cinematográfica y televisiva obviamente se ha visto afectada y los espectadores estamos quemando los últimos cartuchos de lo que había grabado antes de este suceso. Los refritos de los canales nacionales sorprenden al tener una audiencia increíble como en el caso de Caracol con la repetición de la muy de moda nuevamente Pasión de gavilanes, no es raro que repitan una producción, pero si es muy atípico que se haga 16 años después en horario prime y que tenga el auge de esta novela. Creo que es más la novedad para las nuevas generaciones por ver junto a sus padres algo que fue un hit en su momento, se juntan la curiosidad con la nostalgia y eso es comprensible, pero de ahí a que también sea la más vista en Netflix en Colombia si es sorprendente y lógicamente se ha vuelto tendencia en las redes. Eso nos lleva sin dudas a esa nueva realidad en la que todo ha cambiado y donde sabemos que nada volverá a ser como antes. Nos hemos vuelto espectadores más activos en relación a lo que vemos y más allá que criticar el lamentable trabajo de construcción que hacen los Reyes con su memorable muro de ladrillos, estamos a la expectativa de lo que vendrá cuando todo esto pase. Cuando dejemos de ver lo que ya hay y empecemos a disfrutar de las nuevas producciones.
Sin embargo hay cosas para ver, como la producción Perdida (no confundir con la serie argentina del mismo nombre, ni con la película de Ben Aflleck) un frenético y emocionante thriller producido entre España y Colombia que cuenta la historia de un padre desesperado por encontrar a su hija desaparecida años atrás en una playa y que se ve envuelto en un mundo de intrigas, crímenes, mafia y mentiras. Protagonizada por un excelente reparto en el que sobresale Adriana Paz como Angelita, una abogada con mucha ambición y pocos escrúpulos; Daniel Grao en el papel de ese padre que buscará la verdad a cualquier precio; Ana María Orozco como Milena, en un personaje tan típico y tan real que prefiero que lo descubran quienes no han visto la serie entre otros.
La producción es muy buena, la forma en que cuentan la historia con sus “ires y venires” en el tiempo y una realidad que conocemos de primera mano, pero que al verla plasmada en la pantalla se convierte en un espejo incómodo e inquietante. Tan incomodo como ese muro que hacen los Reyes en la novela y que obviamente se vendrá al piso… Ooops!
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