Recientemente se realizó la quinta sesión de la mesa de seguimiento sobre educación superior pública a partir de los acuerdos de diciembre del año pasado entre el gobierno, estudiantes, profesores y algunos actores clave de las universidades públicas. El último punto del seguimiento abordó el tema del Icetex, un asunto que atañe a todo el sistema por su importancia en el futuro de la financiación de la educación superior.
En términos de recursos las universidades privadas se financian con la consultoría, la investigación y la educación continuada, pero mayoritariamente con recursos de las familias que cada vez acuden más al crédito para pagar la matrícula de sus hijos. Todo así, lo que ocurra con el Icetex es muy sensible para el sistema en general. Por lo que es vital que esa reforma no sea consensuada en la mesa estatal, sino también con las universidades privadas.
La reciente disminución en la cantidad de estudiantes matriculados en todas las universidades empieza a ser preocupante y este hecho puede generar en el mediano plazo la desestructuración de buena parte de lo construido con calidad especialmente por las universidades acreditadas. Y uno de los factores de menor tasa de matrícula está asociado a la reducción de capacidad del Icetex de brindar crédito subsidiado a los estudiantes con baja capacidad económica. Si se quita de las estadísticas el programa Ser Pilo Paga, se puede ver el decaimiento de la financiación.
Como van las cosas, las universidades privadas, que representaban en 2017 el 49% de los estudiantes y el 62% de los profesores de la educación superior -según el Ministerio de Educación-, se están quedando por fuera de la discusión. Esto no es sano si se tiene en cuenta que lo que se acuerde tendrá incidencia en buena parte de las decisiones sobre generación y asignación de recursos públicos para toda la educación superior en los próximos años.
Si bien es necesario atender a lo que está sucediendo con las universidades estatales y avanzar en resultados e indicadores de lo que va pasando con ellas, la educación superior, toda, es un proyecto de mediano y largo plazo para las personas, las familias y para el país. En tiempos complejos como los que atravesamos es necesario pensar en la sobrevivencia del sistema educativo en conjunto, lograr que no se debilite la mitad de la oferta educativa del país, apoyar a las familias que ponen recursos para educar a sus hijos, e incentivar áreas prioritarias donde el país tiene rezagos y el mercado laboral tiene vacíos.
Para esto resulta prioritario que el gobierno tenga en cuenta las propuestas dejadas en la mesa de reestructuración del programa Ser Pilo Paga, hoy Generación E. Entre estas, y para sostener los niveles de ingreso ante la menor demanda, la devolución del IVA a las universidades privadas para generar más becas; IVA del que hoy están exentas las universidades públicas y, sobre todo, fomentar la participación activa de todas las universidades, públicas y privadas en la reestructuración del Icetex. Como se ve, a largo plazo se requiere de un sistema de crédito que garantice calidad y equidad intra e intergeneracional para todos. Fondos de ahorro para la educación que garanticen que en el presente y en el futuro todos podamos educarnos. Así lo señaló también, J. Brunner, experto internacional, en reciente foro.
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