La minga indígena que protesta por los incumplimientos históricos del Estado para con los pueblos indígenas y que, desde hace más de dos semanas, bloquea la carretera Panamericana entre Popayán y Cali, ha generado una tensión muy grande en la región suroccidental y en todo el país. En los últimos días se ha complejizado por actitudes extremas de grupos armados que están convulsionando la región. Igualmente, posiciones ideológicas de izquierda y de derecha están también inyectando ruido y trabando cualquier principio de solución.
Por una parte, los indígenas consideran que el señor Presidente debe escuchar y dialogar sobre cómo se hará el cumplimiento de los acuerdos existentes y, además, cómo se comprometerá en el futuro por los pueblos indígenas. Consideran que el bloqueo es parte de la protesta y que lanza un profundo grito de insatisfacción y de desconfianza por los reiterados incumplimientos de los acuerdos anteriores. A su vez, grupos importantes de ciudadanos consideran que el bloqueo de las vías genera una gravosa carga para todos los pobladores y que se constituye en un chantaje para el Gobierno. Llama profundamente la atención que los gremios del Cauca estén tan reacios a una negociación con los indígenas, estas polarizaciones no ayudan a buscar soluciones.
Es un poco sorprendente que los indígenas hayan decidido proceder con el bloqueo frente a un Gobierno que inicia y que ha dado a los pueblos indígenas un capítulo especial en el Plan de Desarrollo, además de unas importantes inversiones en el período presidencial. Es decir, hay una disposición de reconocimiento de los indígenas, que debe ser reconocida y valorada.
Todo ello lleva a la importancia de generar confianzas para buscar soluciones no solo al bloqueo de las vías, sino a los problemas estructurales de justicia y equidad con los pueblos indígenas. Cimentar confianza es indispensable, para que la construcción de país se haga entre todos los actores sociales, como producto de un consenso amplio. La actual hora del país requiere de una participación importante de los actores sociales, empresariales y del sector público. Todos los sectores deben confluir para lograr acuerdos viables y justos.
El norte de Cauca ha sido, hasta hace poco, lo que podríamos llamar un gran teatro de operaciones de la guerra, en efecto, estuvo atravesado por muchas de las violencias que azotaron al país. Hoy podría convertirse en el gran teatro de la paz, si logramos acuerdos entre contrarios y enemigos. Pero, desafortunadamente, hay algunos insensatos que quieren hacernos regresar a la guerra. Y frente a esta pretensión la respuesta debe ser colectiva y firme: no. Por otro lado, han aparecido unos cuantos políticos haciendo gala de la demagogia metiéndole más leña al fuego. Oportunistas irresponsables.
Qué bueno que de ambas partes haya gestos de acercamiento, gestos de flexibilidad y de disposición al diálogo, que puedan sentar a los indígenas y al Gobierno con presencia activa del sector privado y social en la construcción de soluciones. Colombia lo que requiere no son mingas radicalizadas que bloqueen las oportunidades de desarrollo de una región, sino mingas por el país. Mingas que nos lleven a dialogar, a buscar consensos y a construir en común un futuro mejor.
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