Un no rotundo a la propuesta de reducir los ingresos mínimos para los jóvenes. Un rotundo no a la idea de reducir el salario mínimo para los campesinos. Un rotundo no a la precarización de las condiciones laborales en el país. Y no se trata de las consignas para una marcha de las centrales obreras para el primero de mayo, sino una posición de defensa de las condiciones laborales de los trabajadores del país, frente al estado de opinión que están tratando de generar para atentar contra los derechos de los trabajadores.
En efecto, la tentación de tomar un atajo para generar empleo no puede ser la precarización de las condiciones generales de los trabajadores. El punto central es que el país tiene problemas muy serios de empleo y eso lo ha evidenciado el deterioro sostenido en los últimos años, donde hemos regresado a niveles de desempleo de dos dígitos, es decir, superiores al 10%. Problemas que hay que enfrentar, pero no evadir a través de la precarización de los ingresos de los pobres.
La ministra de Trabajo viene en un trabajo de ablandamiento de la opinión pública para lo que parece ser el objetivo en el campo laboral: la flexibilidad y la reducción de los costos laborales. Con el eco en la Asamblea de ANIF, donde se plantearon “creativas” soluciones de reducirle el ingreso a los jóvenes hasta 25 años. Hay otros que están abriendo la discusión que busca devolver al esquema diferencial entre los rural y lo urbano en materia de salario mínimo, para seguir perpetuando las brechas entre el centro y periferia. Sobre algunos de estos puntos la academia y los centros de investigación tienen muchas dudas sobre los efectos de adoptarlas.
Hay una confabulación muy seria que busca reducir los derechos adquiridos por los colombianos y colombianas. Estas olas son frecuentes en la vida política y económica del país. Y en la actualidad está tomando fuerza. Y ello nos podría llevar, sin lugar a duda, a una sociedad más fracturada e inequitativa.
El país lo que requiere es inyectarle fuerza a la economía, pero también a la redistribución del ingreso, la profundización en la tributación de los que todavía están burlándose de todos en el campo de la evasión y la elusión de los impuestos. Y la generación de bienes públicos que aseguren una elevación de la competitividad del país. Día a día, los empresarios requieren de condiciones para producir y exportar. Una apuesta clave debe ser la educación en el país, como la única vía para generar mayor crecimiento y que sea sostenible.
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Esta semana que termina tuve la oportunidad de estar en el lanzamiento del libro Comercio Exterior en Colombia de Jorge García y otros, auspiciado por el Banco de la República. Las conclusiones bien interesantes, sobre la necesidad de profundizar la apertura para hacer más competitivo el país. Y demuestra que muchos empresarios le han jugado más a ser rentistas gracias a muchas protecciones administrativas que encarecen los bienes y servicios para todos los que consumimos y que enriquecen a unos pocos.
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