En muchas regiones del país hubo sorpresas en los resultados de las elecciones, con respecto a lo que pronosticaban las encuestas; probablemente algunos estarán celebrando y otros lamentándose. Al final, lo mejor sería tener la madurez suficiente para aceptar el nuevo mapa político, y entender que, como ciudadanos, nuestra tarea va más allá de votar responsablemente. El paso siguiente es avanzar en el ejercicio ciudadano, entendiendo que el éxito de los siguientes cuatro años depende, no solo del liderazgo de los gobernantes elegidos, sino de la capacidad que cada persona tenga de contribuir al desarrollo del territorio; pensando en el bienestar de la comunidad, por encima del interés particular.
Un tema esencial para este momento es la recuperación de confianza; en una sociedad fragmentada e individualista, donde cada uno se esfuerza por demostrar que sus argumentos son la verdad. A veces confundimos confianza con seguridad, nos han enseñado que, para ser confiables, es necesario hacer las cosas bien y ojalá perfectas; que no está bien dudar, ni equivocarnos. Afortunadamente, esta idea de confianza basada en seguridad está revaluada, porque parecería que para generar confianza hay que dejar de ser humanos. Lo único cierto es que no vamos a hacerlo todo bien y es normal que nos equivoquemos, dado que, hay cosas que desconocemos, todos somos distintos y tenemos competencias diferentes; y por supuesto, no todos estamos en capacidad de hacer las mismas cosas. Pensar que los nuevos dirigentes, sean o no de su agrado, van a tomar siempre las mejores decisiones, es una utopía; el mundo perfecto no existe y creo que sería bastante aburrido.
El escritor norteamericano Patrick Lencioni rompe con este enfoque tradicional de confianza, al plantear que ésta no se funda en la certidumbre, sino en la vulnerabilidad. Desde esta perspectiva, el primer paso para construir confianza es reconocer las vulnerabilidades, propias de todo ser humano, para mostrarnos como somos, sin esconder las fragilidades, ni aparentar que somos mejores que el resto de la humanidad. Una propuesta que va acompañada de una dosis importante de humildad. Cuando esto sucede, especialmente en los líderes de un grupo o una comunidad, se abre la puerta para promover espacios de conversación donde sea posible discutir sin temor sobre cualquier tema, con la tranquilidad de expresar opiniones diferentes sin temor a represalias; así se crean ambientes de colaboración, propicios para la innovación social.
La confianza que se construye desde la vulnerabilidad, en una conversación sin agendas ocultas ni falsas armonías, permite avanzar hacia un compromiso real, aún con quienes tienen miradas distintas. No se trata de que todos piensen igual y estén de acuerdo; el camino es reconocer y valorar la diferencia, para construir soluciones nuevas frente a problemas complejos. Este compromiso real es la vía para que se asuma una responsabilidad compartida, una corresponsabilidad; donde no se busca señalar o castigar los errores, sino identificar constructivamente lo que no funciona, para avanzar en la búsqueda de nuevas alternativas, que aporten a un propósito y resultados colectivos de largo plazo, esto es a un territorio sostenible.
El riesgo, como en la mayoría de los procesos electorales, es que quienes se sientan ganadores caigan en la tentación de pararse desde el triunfalismo y la arrogancia frente a sus contendores, lo que conduciría a fortalecer una mirada egocéntrica del desarrollo; y que, quienes se sientan perdedores se queden como espectadores pasivos o en una actitud destructiva que en nada contribuirá a enfrentar los retos más complejos de la sociedad. Es fácil ser amigo de los amigos y trabajar con los que nos caen bien; el verdadero reto está en abrir la mente, el corazón y la voluntad, para escuchar y valorar a quienes tienen puntos de vista distintos a los nuestros. Esto implica una toma de conciencia sobre quiénes somos y cuál es nuestro propósito como habitantes de este territorio; cuando vamos más allá de las apariencias y nos permitimos tomar conciencia sobre lo que de verdad es importante, descubrimos que no somos tan distintos y que son más los puntos de encuentro para trabajar juntos en la construcción de una sociedad más amable, que acoge y genera oportunidades para todos.
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