Mario César Otálvaro
@macotal
Nada como la Copa del Mundo, donde las superestrellas generan ese sentimiento único cobijado por la bandera, porque como dijo Albert Camus ‘la selección es la patria misma’. Pero no está lejos la Champions; la épica remontada de los ingleses Tottenham y Liverpool ante los favoritos Ajax y Barcelona, hizo justicia al fútbol en su cuna, donde mejor se juega.
Con respeto por las normas y el espectáculo, dando lecciones de intensidad, velocidad, precisión, goles y virilidad, que ojala se conviertan en un catálogo para los nuestros.
Jorge Luis Pinto hace poco pidió que le editaran un partido de liga, y le entregaron un vídeo de 26 minutos por tiempo luego de retirarle esos momentos en los que la pelota no rueda.
Se disputa el 60%, el resto se ensucia, tiradas al piso, protestas, choques, reclamos, demoras en los cobros, y todo lo que sea cortar el ritmo, es decir, una estafa como entretenimiento.
Cultura irresponsable que nace desde el deportista, avalada por los técnicos, que merma la calidad del producto, y nos pone perdedores como está sucediendo frente al viejo continente.
Mucho por aprender, como saber disputar finales, otra de esas asignaturas en las que se colgó el Once Caldas, que sin el más mínimo reato quedó al margen de los cuadrangulares.
Llegó clasificado -séptimo- al juego crucial en Santa Marta, y necesitando un gol -no era más- atacó una sola vez en el segundo período cuando había que meterla toda.
Faltaron ambición, entrega, compromiso, amor por la camiseta -lo que les sobró a los ingleses- con un técnico frustrado siempre en esas instancias, y futbolistas muertos en cancha.
Los resultados mandan, premisa empresarial en el que prevalecen productividad y lucro, y seguramente Bodhert tuvo loables intenciones, pero el fracaso fue estrepitoso.
Semestre perdido, ni Suramericana ni Liga, 12 fechas para encontrar el equipo, proteccionismo a ciertos jugadores y reticencia con otros más efectivos generando divisiones en el grupo.
Plantel armado a imagen de Bodhert, sin atender necesidades básicas, se requería un goleador y no lo trajo, tampoco cobradores de tiro libre, ni volantes extremos. Mal gestionada, no atacó las debilidades, aunque tenía carta blanca por parte de los dirigentes, derecho adquirido por los aciertos del semestre pasado.
Raro el cambio experimentado por un timonel que con poco hizo mucho, y esta vez con más hizo poco, fallando hasta en la lectura de los partidos, que era uno de sus fuertes. Careció de valor para afrontar y reconocer sus equivocaciones e incapacidades dando a entender que los resultados eran la respuesta al mal rendimiento de sus dirigidos.
La luna de miel se afectó, Once Caldas no llenó, y solo una que otra actuación -como contra Cali- vislumbró alguna esperanza. La eliminación fue el castigo a la labor mal hecha.
Es el rigor de la competencia profesor Bodhert, hoy le tocó del lado de los perdedores, y hay reparos, y el que no escucha, no atiende, ni acepta consejos, está condenado a repetirse en sus errores. Se necesitan técnicos que sepan ganar.
Esencial para el siguiente torneo una justa elección de los refuerzos, y una solución ideal -no fácil- sería reenganchar a Alexis Henríquez y Dayro Moreno.
Ambos quieren volver, ganando con ellos liderazgo y seguridad atrás, y goles y contundencia arriba, y Dayro -a diferencia de Johan Arango- tiene problemas personales pero es deportista profesional.
Y ni me imagino lo que representarían esos nombres en asuntos de mercadeo. Vayan viendo, porque mejor 2 de esas talla que 11 de los que llegaron.
Hasta la próxima...
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