Mario César Otálvaro
@macotal
Dirigentes de teflón tiene el fútbol colombiano, lo resisten todo, aguantan las andanadas, y salen triunfantes en un país donde los escándalos difícilmente duran una semana.
Argumentan persecución en vez de ofrecer explicaciones, y se pegan de cualquier argucia jurídica con recursos que extienden los fallos, muchas veces hasta su prescripción.
Es válido, y la presunción de inocencia existe, pero son tantas las ocasiones en las que se ven involucrados que despiertan sospechas, y lo más delicado, las justificaciones no proceden.
Temas graves como la reventa de boletería, o la repartición de 3 mil millones de pesos entre la cúpula de la federación, deberían sancionarse en lo legal, igual que en lo social.
Lamentablemente la nuestra es una sociedad en la que al ventajoso si tiene plata se le rindepleitesía, y al del poder se le brindan honores, independiente del uso que haga de él.
Episodio que habla mal de la dirigencia del fútbol, envuelta en esa neblina derrochona de festivales del billete, en los que cada contrato va amarrado a comisiones, y otros vicios. Y mientras esto ocurre con la rectora del balompié, que no es inédito porque cuentos de reventa se mencionan desde el mundial del 98 -¿recuerdan a Alvaro Fina?- la rama profesional sigue en ascuas con el regreso de la liga.
La malquerencia por el presidente Jorge Enrique Vélez fracturó la Asamblea, las decisiones son por mayoría con margen estrecho, y esa falta de unidad tiene enredada la vuelta.
Para el próximo viernes está citada la reunión extraordinaria que -sí o sí- resolverá sistema, sede y detalles del campeonato, y se hará en medio de tormenta por las angustias económicas de los clubes, y la presión de los patrocinadores.
Con curva ascendente de contagios, ciudades sin la capacidad hospitalaria suficiente frente a un virus incontrolable que arrasa víctimas, y planteando un marco con limitaciones para el desarrollo de la competencia.
Cosas de la vida, inevitables, complejas, más con al ambiente tenso precipitado por celos, intereses personales, o politiquería -así lo dejó entrever el presidente de Equidad, Carlos Mario Zuluaga- y que empeoran con los sucesos administrativos.
Me refiero a los contratos que no se renovaron, haciendo que varias instituciones -entre ellas el campeón América- se alisten con bajas sensibles y nómina discretas.
El Once Caldas solo perdió por indisciplina a Kevin Londoño -el hijo del técnico- lo que supone un golpe para Bodhert porque se le fue el intocable, y ahora tendrá que echar mano de aquellos a quienes puso escalones por debajo.
En las redes son muchos los comentarios en torno a Dayro Moreno, radicado por estos días en la ciudad, y de quien aseguran su deseo de jugar acá, que no quiere decir que sea fácil, empezando por su costo, y por las finanzas del club, independiente de que sería un ‘regalazo’ para la hinchada.
Hipotéticamente un refuerzo de esa categoría constituiría un motivo para pensar en grande, con ambición y aspiraciones de título, en un torneo atípico, en el que creo -de reanudarse- cualquiera con trabajo serio puede dar la sorpresa.
Y si por suerte lo traen al eje cafetero -así sea sin público- habría una incidencia de localía innegable, para sacarle provecho, aunque no ha sido el fuerte de Once Caldas esta temporada.
Bueno, al fin y al cabo, por soñar no cobran.
Hasta la próxima…
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