Mario César Otálvaro
@macotal
El próximo sábado regresará la liga tras 2 meses largos sin el fútbol del Once Caldas, y en Palogrande un ilustre visitante, Atlético Nacional de Juan Carlos Osorio.
Una plantilla mermada, refuerzos que no despiertan pasión, una nómina tipo -aceptable y escasa- y el corazón inquebrantable del hincha, dispuesto siempre a alentar.
Cuarto campeonato corto para el técnico Bodhert -cabeza visible del fracaso del primer semestre- urgido de una redención que revitalice su imagen y hable de su real crecimiento.
Es necesario pasar del Once Caldas animador de partidos, que ha sido una de sus características, a un cuadro con metas precisas a largo plazo.
Le fue mejor con menos en 2018 -quizá esta vez pueda repetir la historia- porque con más se engolosinó, tardó en encontrar el equipo titular, y falló en momentos clave.
Tiempo de revancha -o de reivindicación- con una materia prima que se antoja insuficiente, aunque con una base que conoce, ha trabajado, y que confía en ella.
Así lo dijo recientemente, y hay que creerle, entre otras porque fue evidente que no hubo recursos para intentar las 5 inyecciones sugeridas que elevaran la categoría del grupo.
La desinformación -propiciada por boletines con promesas incumplidas- y el no mostrar la situación económica, pusieron a los dueños en el blanco de las críticas. Recientemente a este columnista le hicieron notar la iliquidez producto de la larga para -70 días- en los que no hubo ingresos, conservando si los altos costos fijos.
El desastre en la Suramericana, y no clasificar a los cuadrangulares, afectaron de manera superlativa las finanzas, y dejaron poco margen de maniobra.
Total, una proyección económica insatisfecha por eliminaciones prematuras, y un estado insolvente en un mercado cerrado, que dieron al traste con las pretensiones.
Hasta aquí pareciera lógico, el problema fueron los anuncios, los ofrecimientos y las ideas de cambio, que al no darse provocaron una protesta generalizada entre los hinchas.
Teléfono roto, fallas de comunicación que fomentaron el divorcio con ese público objetivo, sin valorar que es la razón de ser, que lo deben proteger, y motivarlo para llamar su atención.
De tal modo que las figuras que modificarían la estructura deportiva no vendrán, llegaron futbolistas de bajo perfil, y de esta forma se encarara la competencia.
Aun así sostiene un once principal, Lemos se recuperó, Mender entró enchufado, Carbonero sumó minutos de experiencia, y el esquema defensivo permanece.
Cuestión de compromiso con los patrones que pagaron al día y atendieron obligaciones pese a lo extenso del receso, y a lo dicho, sin producido del negocio como tal.
Completaron 2 meses sin jugar oficialmente -vacaciones activas- para que luego no argumenten cansancio, ni traten de justificar otros motivos para un bajo nivel.
Hubiéramos querido un equipo que pusiera a soñar a la ciudad -apenas natural- que no se armó, y habrá que ir a muerte porque las amenazas seguirán siendo las mismas.
Sombras de descenso, riesgo de no clasificar que seguirá inhibiendo las inversiones, Copa Águila y su botín, y un ambiente hostil que agudizará las divisiones.
Por eso, y por encima de todo, Once Caldas como institución, pues representa el bien más preciado de una sociedad que entiende su valor, y ha disfrutado con sus éxitos.
Hasta la próxima...
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